Pestaña

lunes, 25 de diciembre de 2023

Mensaje de Navidad desde Belén

 Fr. Francesco Patton, Custodio de Tierra Santa

   
Queridísima amiga, queridísimo amigo,
Este año la gruta de Belén está vacía, como lo están las calles y plazas de la ciudad. Cuando María y José vinieron a registrarse, no había ni siquiera un lugar para ellos. Hoy todas las habitaciones de Belén están disponibles, esperando que termine la guerra, que regresen los peregrinos, que las luces y las alegres voces de los niños sigan animando las calles de la ciudad.
 
Durante este periodo muchos nos han preguntado si hemos cancelado la Navidad.

No hemos cancelado la Navidad puesto que es un hecho acaecido hace tiempo y -gracias a Dios- nadie puede cancelarla. La Navidad consiste en que el Hijo de Dios entró una vez y para siempre en nuestra historia, se hizo uno de nosotros, nos fue dado, dio sentido a nuestra vida y así nos salvó.

Podemos encontrarnos en medio de las peores y más difíciles situaciones, en medio de las tinieblas de la historia; podemos encontrarnos en medio de la oscuridad de la guerra y el odio. Sin embargo, aunque la oscuridad no acoja la luz, esta sigue brillando y no puede ser sofocada.

En efecto, mientras más inmersos nos encontramos en esta noche tanto personal como colectiva, más necesitamos que la luz brille. Y necesitamos que la luz se difunda por todas partes, comenzando desde esta gruta, para mantener viva la esperanza de un mundo nuevo, salvado gracias al nacimiento de este niño: Jesús, Emmanuel, Dios con nosotros.

En esta Navidad sofocada por las tinieblas del odio y la guerra, nos arrodillamos ante el pesebre vacío en el que María colocó al niño Jesús después de darlo a luz y lo envolvió en pañales y hacemos nuestra la oración de san Juan Pablo II:

“¡Seca, Niño Jesús, las lágrimas de los niños! 
 ¡Acaricia al enfermo y al anciano!
Anima a los hombres a deponer las armas 
 y a estrecharse en un abrazo universal de paz! 
Invita a los pueblos, Jesús misericordioso, 
a derribar los muros construidos  por la pobreza y el desempleo, 
la ignorancia y la indiferencia,  
la discriminación y la intolerancia. 
Eres Tú, Divino Niño de Belén,  
quien nos salvas liberándonos del pecado. 
Eres tú el verdadero y único Salvador 
que la humanidad a menudo busca a tientas.
Dios de la paz, don de la paz para toda la humanidad, 
ven y habita en el corazón de cada hombre y de cada familia. 
¡Sé nuestra paz y nuestra alegría! Amén”

Feliz Navidad desde Belén.

Fr. Francesco Patton, Custodio de Tierra Santa

Fuente:  www.custodia.org