Fray Joaquín Zurera Ribó, OFM
Solemnidad de la Purísima Concepción de la Virgen María
CARTA
A los hermanos de la Provincia, a las hermanas contemplativas, a los hermanos y hermanas de la OFS, de los movimientos juveniles franciscanos, de las hermandades asociadas a nuestra Provincia
«Señora santa pobreza, ¡el Señor te salve con tu hermana la santa humildad! La santa pobreza confunde a toda codicia y avaricia y a las preocupaciones de este mundo. La santa humildad confunde a la soberbia y a todos los hombres del mundo, y a todo lo que hay en el mundo» (SalVir 2.11-12)
Siempre habrá quienes se pasen la vida en una “caza de brujas”, a ver si salta algún escándalo o algo con lo que atacar y criticar; y parece que ahora se vive una encubierta persecución a la Iglesia, donde sólo se busca cualquier desvergüenza, que alguno de sus hijos pueda cometer, para que corran ríos de tinta y múltiples mensajes, denunciando y denigrando a la que es nuestra Madre Iglesia, amada e imperfecta.
La llamada del adviento nos viene, por tanto, de perlas: ¡Estad vigilantes!, ¡velad! No bajar la guardia, no simplemente para no caer en algo que pueda ofender a Dios y a la humanidad, sino también una llamada a vivir más profunda y entregadamente nuestra vocación y consagración al Dios que nos ha creado, que nos ha redimido y que sólo por su misericordia nos salvará.
El adviento también es el tiempo de volver la mirada a María Santísima en su Inmaculada Concepción, de hacer memoria de aquello que tantos hombres y mujeres en siglos pasados vivieron y confesaron con sus vidas. Como nos recuerda nuestro hermano Mons. Jesús Sanz, «el pueblo cristiano entiende la Concepción sin mancha de la Virgen María como un momento de gracia que particularmente se le concede a ella, pero que luego redundará en todos los cristianos que forman parte de la historia que, precisamente, en María tiene un punto de partida por estricto designio providencial de Dios» (Jesús Sanz, Santuario de Covadonga. Hogar habitado y encendido donde nos espera la Señora, 113).
Un lugar especial tiene Ella en nuestra vida, la que hace de su vida acogida y don para los demás, la que nada se reserva, sino que toda Ella se entrega, viviendo así en obediencia filial al Padre.
En el hoy de nuestra vida, se nos ofrece la posibilidad de mirarnos en María, cual espejo que nos encamina a Dios, para vivir un camino de vaciamiento total de nosotros mismos y de entrega incondicional al Dios que en misericordia y bondad se nos hace don y ofrenda de amor.
Que Ella nos enseñe, pues, a:
- a. Ser pobres de todo género de esclavitud (codicia y avaricia como señala San Francisco, pero también de todo lo que nos genera angustia, dependencia y ansiedad) para vivir la esencialidad de nuestra vida, lo que verdaderamente importa.
- b. Revestirnos de la humildad de reconocer que somos lo que somos ante Dios y no más, frente a un mundo de vanaglorias y soberbias por un ego que desea estar en el centro de todo.
- c. Abrazar la senda de la misericordia y bondad para llevar a toda la humanidad (empezando por los que tenemos al lado) una palabra de consuelo, de aliento y de paz.
- d. Vivir nuestro compromiso bautismal y el seguimiento a Cristo apasionados, alegres y seducidos por el Evangelio.
Precisamente, en conmemoración de los 800 años de Greccio —donde Francisco de Asís quiso contemplar con sus ojos el regalo de la encarnación de la Palabra del Padre—, se nos ha concedido, desde este día de la Inmaculada Concepción hasta el próximo 2 de febrero, poder ganar la Indulgencia Plenaria, con los requisitos acostumbrados, en cualquier iglesia franciscana. Cuidemos, esmerémonos y sepamos contagiar del don de Dios a quienes se acerquen a ellas y que, con el testimonio de todos, sepamos prender la llama que atraiga a hombres y mujeres hacia el Dios en su humildad, pobreza y debilidad.
A todos os deseo una feliz fiesta de la Inmaculada Concepción. Como Ella, haz realidad en ti el deseo del Dios que nos ha abierto las puertas de su Reino.
Madrid, sede de la Curia provincial, 6 de diciembre de 2023
Prot. N. º: 104 / 2023