LAS CLARISAS HOY

“Venid y ayudadme en la obra del
Monasterio de S. Damián, pues con el tiempo morarán en él unas señoras, con
cuya famosa y santa vida religiosa será glorificado nuestro Padre celestial en
toda su Santa Iglesia” (TestCl 13-14)
A
todo esto, una joven noble de Asís, Clara de Favarone, viendo como Francisco y
otros jóvenes se lanzaban a vivir el seguimiento de Cristo en pobreza y
fraternidad, experimenta como el Señor le inspira también, a vivir esta forma de
vida y después de tener algunos encuentros con Francisco, un domingo de Ramos
del año 1212 deja su casa paterna y acude a Stª María de los Ángeles, otra
Capillita restaurada por Francisco, donde el mismo Francisco y los hermanos la
esperan.
Clara
comienza su vida en S. Damián, junto con otras hermanas que el Señor poco a
poco le va regalando. Se inspiraban en la forma de vida que Francisco en pocas
palabras les da y que dice así:
“Ya que por divina inspiración os
habéis hecho hijas y siervas del Altísimo Rey y Padre celestial y os habéis
desposado con el Espíritu Santo, eligiendo vivir según la perfección del Santo
Evangelio, quiero y prometo dispensaros siempre, por mí mismo y por medio de
mis hermanos y como a ellos un amoroso cuidado y una especial solicitud” (FVCl)
Clara
vive toda su vida en S. Damián, siguiendo a Jesucristo Pobre y Crucificado y
defendiendo siempre su llamada a vivir en Altísima Pobreza y en Santa Unidad.
Clara ha sido un constante espejo donde
se ha reflejado Jesucristo y donde todas las hermanas que han venido detrás de
ella, han podido ver el rostro de Cristo y conocer nuestra forma de
vida.
Ella escribe la Regla de las hermanas
Pobres, que le fue aprobada un día antes de su muerte. Clara con su propia vida
garantiza esta forma de vida que nos legó a todas sus hijas.
Podemos decir sin miedo a equivocarnos, que nuestra vida tiene su origen en un corazón profundamente enamorado de Dios,
un corazón que buscaba al Amor y que se dejó fecundar por él, dando origen a una
nueva prole dentro de la
Familia Franciscana: las Damas Pobres.
¿Y EN LA ACTUALIDAD QUE
VIVIMOS?
“Nuestra forma de vida instituida por S.
Francisco” (RCl 1)
Tomando la Regla de Santa Clara, Clara
comienza hablando que la inspiración de nuestra forma de vida, es instituida por
S. Francisco. Pertenecemos a una Familia, la Familia Franciscana. En la
actualidad esto estamos intentando
vivirlo, haciendo hincapié en la complementariedad entre los miembros
de nuestra familia franciscana. Las clarisas hoy, aunque nuestra vida sea
contemplativa y vivamos en lugares retirados, hacemos poco a poco palpable esta
realidad de vivir la complementariedad. Con los hermanos menores vivimos un mismo carisma, ellos predicando y viviendo el evangelio por el mundo, nosotras en nuestra vida de oración y contemplación, viviendo y testimoniando el evangelio a nuestro alrededor.
“Si alguna por divina inspiración viene a
nosotras con el deseo de abrazar nuestra vida” (RCl 2)
En nuestros Monasterios, las hermanas
intentamos dar una respuesta a los tiempos actuales, no perdiendo el contacto
con los jóvenes, con nuestra sociedad, para saber dar una respuesta a lo que los tiempos de hoy nos piden. Para ello en algunos Monasterio se llevan a cabo
encuentro vocacionales, y de oración con las chicas que tienen no solo
inquietud vocacional, sino sed de Dios.
Tratamos de llevar una formación de manera personalizada, cada hermana venida a
nuestros Monasterios es un don y ella misma debe descubrirse como tal, por
eso necesitan un acompañamiento personalizado.

Estos
tiempos son tiempos que nos cuestionan, que nos están haciendo reflexionar y dar
pasos hacia una mayor coherencia de vida, hacia una vuelta a nuestras raíces,
una formación más seria sobre nuestro carisma y sobre los documentos actuales
de la Iglesia
así como los valores actuales de nuestro mundo.
-La Eucaristía centro y
culmen de nuestra vida, de donde sacamos el alimento para cada día vivir en fraternidad
y como centro, ese Jesús que se hace uno con nosotras a diario, que nos fecunda
y nos hace otra María para darlo a luz con nuestras obras en nuestros
claustros.
“Las hermanas que sepan leer recen el oficio divino, y las
que no saben letras recen por padrenuestros” (RCl 3)
Las
hermanas oren sin interrupción, y dedíquense
a la alabanza de Dios. La liturgia de las horas es nuestra fuente de vida,
sin ella la hermana clarisa no puede vivir. Su corazón poco a poco se va moldeando según el Señor quiere, la palabra
se va sembrando en su interior y su vida es toda ella liturgia, alabanza a
Dios, la liturgia la va adentrando en el conocimiento de Dios y el Espíritu va
configurando su vida a la de Jesús. Actualmente las hermanas se forman en el conocimiento
de la Sagrada
Escritura y de la liturgia.
Además prepara con esmero estos momentos centrales de nuestra vida:

-La
liturgia de las horas donde las hermanas se encuentran durante el día en
diferentes momentos, para juntas, desde el corazón de la Iglesia, manifestar los
gozos, sufrimientos, pecado y pobrezas de toda la humanidad.
-El
Sacramento de la
Reconciliación y el acompañamiento espiritual, donde encontramos la fuerza del Espíritu que
nos alienta y nos anima a seguir caminando junto a Jesucristo como salvadas,
como redimidas pero en una continua tensión, porque aún no hemos llegado a esa
libertad de los hijos de Dios que tanto nos habla San Pablo. En nuestros corazones
va naciendo el deseo de que todos los hombres se salven y lleguen al
conocimiento de la verdad.
Habrá
hermanas a las que se les ha dado el don de leer y escribir, otras puede que no
hayan tenido esa oportunidad de formarse, otras por enfermedad, o por su edad no puedan participar en la liturgia o
en la Eucaristía ,
Clara dice: que las hermanas sigan diciendo Padre; Jesús ora incansablemente en
nuestro interior, "Padre Nuestro".
El
servicio de la Autoridad (RCl 4)
Clara cuando
comienza a vivir nuestra forma de vida, tiene que acogerse a la Regla benedictina y por lo
tanto uno de los condicionamientos es tener el cargo de Abadesa, Clara es
totalmente opuesta a esto, sin embargo, no tuvo otro remedio. Esto no
quiere decir que por tener este cargo nuestro carisma perdiera su esencia de
minoridad y de servicio a todos: La hermana clarisa profundizando en su propia espiritualidad
y mirando cada día a Jesucristo sabe que su vida es ser una de tantos. Actualmente, en nuestra sociedad, vamos viviendo un cambio de época, que nos
ayuda en cierta forma a vivir como uno más de la sociedad, sin ningún tipo de
privilegios como en un pasado podíamos tener.

No es
ella la que lleva todas las responsabilidades sino que las hermanas, dando lo
mejor de si mismas, se esfuerzan por poner todos sus dones al servicio de la Fraternidad.
Se
esfuerzan en vivir la complementariedad y no solo a nivel del propio Monasterio,
sino también, viviendo esa complementariedad con otros Monasterios de los que
integran su Federación o bien a nivel interfederal: (hoy por hoy la mayoría de
nuestros Monasterios forman parte de una Federación , esto hace que nos
conozcamos unas a otras y pongamos en común iniciativas e inquietudes).
Del silencio, el locutorio y la reja (RCl 5)
Las
hermanas clarisas viven su carisma en la vida contemplativa. Un medio que nos
ayuda a vivir este carisma es la clausura, el silencio. Es un medio y no un fin
, es por eso que la hermana clarisa discierne en los momentos en los que por “
una causa manifiesta razonable e inevitable” (RCl 11, 8) es necesario que salga de su Monasterio.
Ella sabe que esto no rompe su clausura, porque su estar con el Señor es
constante.
Nuestra
vida es vivir esa relación de “hermana, esposa y madre” (1 CtaCl 24) es por
eso que la hermana clarisa gusta de la oración, reflexión, estudio, y
encuentros personales, todo esto le ayuda a permanecer con los ojos fijos en
Jesucristo.
No tengan posesiones (RCl 6-8, 11)

La clarisa no tiene posesiones, cuando
una hermana llega a nuestros Monasterios viene sin nada, deja todo lo que
tiene, y comienza a vivir del trabajo de sus manos, porque ese es nuestro medio
de vida.
Una vez que la hermana emite su profesión solemne, renuncia a todo lo
que tiene o pueda tener en un futuro. Si disfrutamos de un tanto de terreno lo necesario para el alimento de las hermanas y como espacio de expansión para nuestra vida.
“Evitando la ociosidad que es enemiga del alma,
dedíquense a un trabajo humilde, honesto y de común utilidad y no apaguen el
espíritu de la santa oración y devoción a cuyo servicio deben estar todas las
cosas temporales” (RCl 8, 12-10, 5)
En
la actualidad las hermanas tienen un trabajo común, se trata de que ese trabajo, sin embargo, no perjudique la vida de oración. No vivimos para trabajar, aunque
nuestro medio de vida es el trabajo, pero no tratamos de acumular, sino trabajar para obtener aquello que
necesitamos para vivir y nada más.
Nuestro día está organizado de manera que el
trabajo se realiza solo por la mañana y las tardes están dedicadas a la
formación, lectura espiritual, oración.
En cuanto a la forma de trabajar ,
nosotras no somos empresas, somos mujeres que trabajan el sustento diario. Además somos hermanas y en la forma de
trabajar también esto resplandece, nos ayudamos unas a las otras, hay trabajo
para todas. La que puede trabajar más lo hará y la que no pueda lo poquito que
pueda lo hace.
En nuestros trabajos no se valora la eficacia sino la gratuidad. Cada hermana es y da lo que puede y lo hace, no por ser eficaz o por ser más que
la otra, sino gratuitamente.
Sí,
somos hermanas, hermanas porque el Señor al llamarnos a cada una, no nos ha
querido llamar solas, nos ha llamado y a la vez que nos da la vocación nos
regala un don: la hermana.
Francisco
y Clara, siempre nos piden que amemos a la Iglesia y a la vez que la Iglesia nos cuide.
Actualmente la hermana vive inserta en la Iglesia conociendo sus luces y también aquellas
sombras que pueden darse.
“Como peregrinas y advenedizas” (RCl 10, 6-13)
¡Qué curioso unas hermanas que viven en clausura y sin embargo Clara nos dice: como peregrinas
y advenedizas!. La hermana clarisa sabe que está de paso donde esté, sabe que su
hogar es el Señor, sabe que esta vida es solamente un camino y un camino de
agradecimiento al Padre de las misericordias por todos los regalos que recibe,
pero especialmente por el de su vocación. Sabe que su carisma es vivir
totalmente desapropiada de todo, para que Dios y los hermanos la encuentren siempre disponible, abierta, hecha acogida
para todo el que venga, porque ella, al estar en camino, necesita descargarse de
todo para "caminar ligera, segura y expedita, sin que se le pegue el polvo del camino"( 2 CtaCl 13-14). Sabe a dónde va y sabe quién es Aquel que la atrae.
Las hermanas, vienen compartiendo lo que tiene. Utilizan solo aquello que necesitan y lo que
no lo comparten con su hermanas y comparten
con los pobres que se acercan a sus Monasterios, aquellos bienes que no
necesitan. Compartiendo bienes materiales, espirituales, incluso su propia vivienda, utilizada en
muchos casos como lugar de encuentro y de oración para las personas que vienen
buscando a Dios en nuestros monasterios.
Las hermanas expónganse una a la otra su
necesidad (RCl 11)

Poco a
poco vamos descubriendo ese don, no podemos caminar solas, somos pobres,
necesitamos de la otra, de su apoyo, de su cariño, de su cercanía, de su
palabra, de su sonrisa, de su oración, de su salud, (porque algunas estamos
enfermas o somos ancianas), en definitiva nos necesitamos unas a las otras para
vivir nuestra vocación de hermana.
Vivimos
en fraternidad y por lo tanto es un camino de continua conversión, de una
muerte constante a mis propios criterios, gustos, etc. para que mi hermana
crezca aunque yo tenga que menguar. El día a día está marcado por el salir al
encuentro de la otra, por el perdón y la comprensión, por la corrección
fraterna, para que la otra pueda ver su camino iluminado y así es como vamos
creciendo en santa unidad, como Clara nos dice:
“Amonesto
y exhorto en el Señor Jesucristo a que se guarden las hermanas de toda
soberbia, vanagloria, envidia, avaricia, preocupación, y solicitud de este
mundo, difamación y murmuración, disensión y división . Por el contrario
muéstrense siempre celosas por mantener entre ellas la unidad del mutuo amor
que es vinculo de perfección” (RCl 10, 6-7)
Siempre sumisas y sujetas a los pies de la Santa Iglesia (RCl 12)

Las hermanas en su oración y contemplación intenta ver
todo a la luz del Evangelio y además, ser reflejo de esa Iglesia a la que ama,
para que todo el que se acerca a ella. Porque la ama, adora al Señor constantemente, pasa horas ante Jesús eucaristía y
a la escucha de la
Palabra. La ama y porque la ama, intenta ayudarla a clarificar a dar respuesta a los tiempos actuales.
Y también porque la ama, pide que se
conozca su carisma, para que podamos dar aquello a lo que el Señor nos ha
llamado y que Clara tanto luchó para que esta forma de vida fuese aprobada.