A los hermanos de la Provincia de la Inmaculada
Concepción,
Consejos pastorales de las parroquias de nuestra
Provincia,
Comunidades educativas de nuestros colegios,
Hermanas contemplativas OSC, OIC y TOR,
Fraternidades Seglares Franciscanas,
y a las hermandades y grupos franciscanos vinculados
a nuestras fraternidades
El Señor os dé la
paz.
Nos hallamos al inicio de un nuevo curso. Puede que sea uno más, pero sabemos
que no va a ser un curso cualquiera. Ya lo venimos experimentando desde marzo pasado
y con los profundos cambios que hemos tenido que sufrir en nuestro transcurrir cotidiano.
Algunos vaticinan que la crisis que está provocando el Covid-19 supondrá un antes
y un después en nuestras vidas, otros pretenden volver a la situación previa a la
pandemia como si no hubiera sucedido nada, y otros hablan de “nueva normalidad”.
Lo cierto es que, como dice fray Johannes Freyer, teólogo franciscano, «desde la Segunda Guerra mundial
ningún acontecimiento ha causado en el mundo tanta intranquilidad, ansiedad y conflicto
como la pandemia del coronavirus»,
y esto —reconozcámoslo— nos está marcando.