Pestaña

lunes, 4 de diciembre de 2023

Carta de la Madre Presidenta en Adviento 2023

 A TODAS LAS HERMANAS DE LA FEDERACIÓN


Queridas hermanas ¡el Señor que viene os de su paz!

 Vamos a comenzar este tiempo litúrgico del Adviento del Señor, tiempo en el que me propongo algo que quiero compartir con vosotras y que podíamos trabajar juntas: Se trata de acrecentar la esperanza de las hermanas de la fraternidad y por qué no de nuestra federación. Lo que conlleva a hacer un camino de humanización, de abajamiento, como Jesús, el Hijo de Dios, hace con nosotros descendiendo a lo más bajo para ponernos en lo más alto.

Vivimos tiempos difíciles y dolorosos, pero también vivimos una vocación de hermanas pobres, nuestra hermana y madre Clara, vivió tiempos difíciles, y nos llama a lo siguiente:

“Porque veo también que, con la humildad, el vigor de la fe y los brazos de la pobreza, abrazas el tesoro incomparable, escondido en el campo del mundo y de los corazones de los hombres (cf. Mt 13,44), con el que se compra a aquel que hizo todas las cosas de la nada (cf. Jn 1,3); y, porque, por decirlo con las mismas palabras del apóstol, te considero cooperadora del mismo Dios y sostenedora de los miembros de su Cuerpo inefable que caen (cf. ICor 3,9)”. [1]

¡Esto es un regalo inmerecido, ser sostenedoras y cooperadoras del mismo Dios! ¡El mismo Señor nos pide colaborar con El!  Pienso que la primera colaboración y más urgente son nuestras propias hermanas de Fraternidad.

Este Adviento es un camino para crecer juntas en esa espera, y en el deseo de que el Señor realmente venga a nuestra humanidad, para hacernos aún más humanas.  Para eso vamos a trabajarnos y a crecer en nuestra vocación en este tiempo de conversión, iluminado por la certeza no sólo de que el Señor viene, sino que está deseando venir y encarnarse allí donde aún no le hemos abierto la puerta.

“Vamos a ver si es cierto que le amamos,

vamos a mirarnos por dentro un poco.

¡Hay cosas colgadas que a él le lastiman

freguemos el suelo y abramos las puertas!

Borremos los nombres de la lista negra,

…Que Dios se encuentre a gusto si baja”.[2]

Dios nos ama tanto que quiere que demos todo lo que Él ha puesto en cada una de nosotras para el bien del resto de las hermanas, pero para ello necesita que nuestra humanidad sea transparencia de Él. Vamos a proponernos que en este tiempo crezcamos en actitudes de humanidad, que sean las que impregnen nuestra vida.

Cambiemos la mirada y pidamos a Jesús que nos dé en este Adviento, nuevos ojos para saber mirar a nuestras hermanas desde la cercanía y la ternura, y así cuando llegue Navidad seamos capaces, como aquellos pastores, de ver la señal: “un Niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre”.

Jesús sabiduría de Dios es la referencia del amor, rostro misericordioso del Padre, manso y humilde de corazón, se alegra con y por los pequeños, que como él han creído en el Evangelio, han conocido que Dios es Abba y han experimentado como cuida a sus hijos más que a los lirios del campo o a las aves, Él se retira a orar, donde vive especialmente su relación con el Padre.

Le miramos y le preguntamos ¿Cómo mirabas tú Jesús?

Es evidente que poseía esa lucidez, que facilita el descubrimiento de la verdad, despoja a las cosas de sus ropajes y apariencias y las muestra tal y como son. Cuando contemplaba un día, cómo algunos echaban muchos donativos en el templo, vio que una pobre viuda echaba dos moneditas y afirmó con rotundidad: "Os aseguro que esta viuda pobre ha echado más que todos..." (Mc 14,9). Para él, la espléndida, la digna de admiración era ella y sus dos monedillas merecían, a sus ojos, el valor de una fortuna; los donativos de los otros no valían gran cosa, sólo habían entregado las migajas sobrantes de su banquete.

Jesús se ha situado desde otra perspectiva, ha mirado las cosas desde una lucidez atípica y ha descubierto en la realidad un agujerito de luz, desde dónde se perciben las cosas de otra manera, y así aquellos que a nuestros ojos son menos para él son los más importantes. ¿Y si las cosas que vemos no fueran lo que parecen?

Él era capaz de relativizar las cosas y de restablecer las auténticas dimensiones de lo humano y de sus problemas. Concedía a cada cosa la importancia que se merecía, y ponía cada cosa en su lugar.

Muchas propuestas evangélicas nos llevan “un poco más allá de lo que se considera razonable” y hay una incongruencia: ¿a quién puede ocurrírsele que la mejor manera de descansar sea cargar con un yugo... (Mt 11,29)? ¿Quién se subiría a un burro para entrar solemnemente en la ciudad a la que quería atraer (Mc 11,7)?

Pero también tenemos el modo alternativo de reaccionar y de comportarse que eligió Jesús la noche en que iba a ser entregado, el camino que eligió a la hora de estar ante lo sucio de sus amigos, ante sus defectos, rencillas, resistencias y ambiciones. En vez de elegir la huida, la severidad o el reproche, se acercó a cada uno y se puso de rodillas para lavarle y devolverle la posibilidad de continuar caminando. Esa fue su peculiar manera de llegar hasta el final en un amor que iba más allá de las fronteras del cálculo hasta adentrarle en la tierra del derroche, la pérdida y la loca desmesura.

Y nada más paradójico que la señal que recibieron los pastores en la noche de Belén: "Estos os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y reclinado en un pesebre" (Lc 2, 12). Extraña señal para dar a conocer al Mesías, al Señor, al Hijo del Altísimo. La fe nos lleva a la capacidad de aventurarnos en lo desconocido, encajando la dureza y la oscuridad de la realidad sin perder la ternura. Desde la fe es desde donde podemos mirar y amar a la hermana con un amor que no es otro que el de Jesús, encarnado en las entrañas de María, la Virgen pobrecilla.

Bienvenidas sean a nuestra vida esas actitudes peculiares de vivir de Aquel, a quien llamamos Maestro y que hoy nos dice como a María: “Alégrate el Señor está contigo”

¡Animo vosotros sois la alegría del mundo!, pero si la alegría se pone triste ¿con qué la alegrarán? Esto os mando: que os alegréis unas a otras, cada hermana merece mi alegría, merece mi mirada de compasión y ternura, merece que crea en ella, y en todo lo que es capaz de dar, porque es mi hermana, porque es hija de Dios y ella ha sido puesta en mi vida para que yo pueda ayudarla a que esos talentos que el Señor le ha dado den cada vez más fruto.

Este puede ser camino para este Adviento: Se trata de actitudes que nos llevarán a humanizar aún más nuestras relaciones fraternas, porque nuestra mirada llegará a ver las cosas de otra manera. No se trata de ser personas intachables, virtuosas, radicales, que se sobreponen a todo, sino pobres que confían, pequeños y pequeñas del evangelio.

Humanas, sencilla y preciosamente humanas, de quienes no se recela, tan próximas…que el testimonio de nuestra fe es creíble porque va acompañado por la prueba de que nuestra humanidad ha florecido, allí donde nos hemos atrevido a consentir que el Dios vivo se haga presente en nuestra vida, porque hemos dejado que la lógica de Jesús y del Evangelio cambien nuestra mirada y nuestras actitudes.

Creo que este mundo necesita esta semillita nuestra de humanización, estamos experimentando tanta falta de ternura, de compasión y tanta dureza de corazón, que está provocando mucho sufrimiento en las personas. Tenemos que fecundar la tierra con esas actitudes de Jesús, que son las que pueden dar vida.

Recemos intensamente para que el Señor nos ocupe, nos llene en este Adviento y seamos renovadas por el Hijo de Dios, hecho humano para humanizarnos.

Que durante este tiempo María nuestra madre sea la que nos enseñe cada día, con nuestra vida llena de humanidad, a dar a luz a Jesús.

Recibid un abrazo grande y mi oración. Recemos unas por otras, vuestra servidora y hermana.

hna. Isabel Cobo Jiménez, osc

Presidenta federal

Carta de la M. Presidenta para Adviento 2023, pdf



[1] IIICCl

[2] Gloria Fuertes