El pasado día 21 de febrero, descansó en los brazos del Padre nuestra querida hermana Sor Mª de la Purificación Gil-Bermejo Rojas, del Monasterio de Nuestra Señora del Valle en Zafra, Badajoz, a los 89 años de edad y 65 de vida consagrada.
Sor Mª de la Purificación nació en Olivares (Sevilla), el día 15 de mayo de 1931. Procedía de una familia muy cristiana, en la que había tenía dos tíos sacerdotes, hermanos de su madre, que tal vez influyeran en su vocación como Clarisa contemplativa, además de los Padres Franciscanos de Loreto (Espartinas), con los cuales ella tenía mucha comunicación.
Ingresó en
este Monasterio de Hermanas Pobres de Santa Clara de Zafra, el día 2 de febrero
de 1955, sin haber cumplido los 24 años de edad; Tomó el Hábito el día 6 de agosto
del mismo año; hizo su Profesión Temporal el día 29 de agosto de 1956 y realizó su
Profesión Solemne el 29 de agosto de 1959.
Su paso
por nuestra Fraternidad fue humilde y sencilla, sin hacer “ruido”; pero
disfrutando al hacer felices a las hermanas con las representaciones, ocurrencias
y chistes como buena andaluza…
Fue un
alma enamorada de Cristo y de su vocación Franciscana-Clariana viviéndola con
alegría desbordante; Sobre todo, en nuestra dimensión misionera expresada por
Santa Clara: “Te considero ayudadora y sostenedora de los miembros vacilantes
de Cristo”. Acogiendo y escuchando a todas las personas que venían a pedir
nuestras oraciones. Alma muy sensible, se emocionaba hasta las lágrimas ante
las necesidades materiales y espirituales de las personas que acudían a nuestro
Torno. Disfrutaba socorriendo materialmente a los pobres cuando no teníamos ni
lo necesario para la Comunidad.
Encargada
de la Liturgia, la preparaba siempre con esmero, máxime, en los tiempos
litúrgicos, enseñando y entusiasmando a las jóvenes para que todo saliera bien,
dar gloria a Dios y ayudar a vivir a las Hermanas nuestro rezo diario.
El libro
de la “Liturgia de las Horas”, era su herramienta inseparable, para su oración
y contemplación, de tal manera, que, las Hermanas le decían que, cuando la
canonizaran, le íbamos a poner con el libro en las manos…, como distintivo de
su amor e ilusión por la Liturgia.
Fue una
hermana siempre muy obediente a los mandatos de su Madre Abadesa y acuerdos de
la Fraternidad. Amaba a su Comunidad y a cada una de las hermanas, sin
problemas, mujer pacífica y buena, agradecida a todos los detalles y cuidados
que se tenían con ella con motivo de su enfermedad.
No nos
quería ver “tristes ni “aburridas” –decía ella-, por eso siempre estaba
dispuesta en las fiestas, santos y cumpleaños de las Hermanas a felicitarlas
con cantos y poesías sacadas por ella misma. En Reyes, preparaba las
“Cabalgatas” con los regalos, vistiéndose siempre de Rey Mago… Era una Hermana
feliz y nos hacía felices a todas.
En
la Comunidad, a lo largo de su vida tuvo los siguientes oficios, que la hacían
así más HERMANA los que cumplió siempre fielmente con humildad y sencillez:
-
Discreta o Consejera de la Comunidad,
-
Tornera,
-
Maestra de Novicias y de jóvenes,
-
Encargada de la Liturgia.
Querida
hermana “Puri”…, “nuestra Puri”… Te vas dejando un hueco muy grande en nuestro
corazón… ¡¡¡NO TE OLVIDAMOS!!!
Preséntale
a Dios tu Comunidad y a nuestra Federación… Dile que nos conceda el don de
nuevas hermanas… ¡Las necesitamos!... Dile que la Obra es suya, Él verá lo que
hace…
¡¡¡DESCANSA
EN PAZ, HERMANA QUERIDA!!!
FINAL
Alabado seas mi Señor
por nuestra hermana Puri,
porque en
su eterna sonrisa
hemos
contemplado tu presencia amorosa
sosteniendo
nuestras vidas.
Alabado,
buen Dios, por su sencillez y alegría,
por esa
fraternidad desmedida,
ancha
siempre como tu bondad para con nosotras.
Alabado mi
Señor porque de la liturgia hizo
lugar de
encuentro, de acogida, de amistad.
Y en el
Evangelio, y en el breviario,
se
alimentaba de tu luz y eras su fuente y su fuerza,
su alegría
y su descanso.
Alabado
buen Dios por hacernos este precioso regalo.
Sor
Purificación ha sido un don de tu amor a esta Comunidad,
un don
entregado al mundo en la ofrenda de cada día,
en la
sencillez de cada día,
en el cada
día de tu gracia con nosotros.
Ha sido,
mi Señor, reflejo de tu luz…
y no
podemos dejar de darte gracias.
¡¡¡Gracias,
Señor, porque la has creado!!!
En
alabanza de Cristo. Amén.