Pestaña

jueves, 29 de febrero de 2024

Boletín Confederal nº 17

Presentación de M. Isabel Cobo Jiménez,
Coordinadora Confederal


Queridas hermanas: Paz y bien.

El camino de seguimiento del Señor Jesús es llegar a descubrir que Él es la Fuente de Agua Viva que no se agota. Pero los caminos para llegar a la Fuente son diversos, como diversas somos las criaturas, diversos los carismas, y diversos los modos de estar en la vida de la Iglesia. Las maestras y maestros de espíritu, los fundadores y fundadoras, las santas y santos del Dios de la Vida han conocido y trazado el camino. Clara y Francisco por inspiración divina también lo han conocido, ellos han vivido una Forma de vida que por el Don del Espíritu Santo nos ha sido regalada. 
 
En la celebración de este Centenario de los centenarios, intentamos toda la Familia franciscana revitalizar nuestro carisma reviviendo con nuestra oración y celebraciones esos momentos existenciales y determinantes en la vida de Francisco de Asís. Pero será cada una por sí misma la que recorrerá el camino de este Centenario y por mucho que leamos o celebremos, por mucho que nos digan, nadie podrá hacer el camino por nosotras. Pero de lo que estoy segura y voy teniendo cada vez más certeza es que es un Centenario de Gracia, si así lo queremos acoger. Pongámonos manos a la obra y ayudándonos de todas las mediaciones, reavivemos el don carismático que hemos recibido.

En el seguimiento del Señor no se puede evitar que nos equivoquemos y que en algunos momentos nos perdamos. Hacen falta “formadores” que nos enseñen a vivir con fidelidad el carisma, pero creo que más que nada hacen falta “hermanos y hermanas que acompañen el camino” y que lo acompañen con lealtad, cercanía y mucha compasión. Así lo percibieron Clara y Francisco, y así lo transmitían a sus hermanos y hermanas cuando hablaban de “dejar un noble ejemplo”.

Hace un par de meses ha muerto nuestra hermana sor Mª de Jesús, después de una larga vida y en ella, que ha sido la más reciente en partir a la casa del Padre, he experimentado de nuevo ese noble ejemplo que ha dejado en nuestras vidas, creo que también a vosotras os viene a la memoria del corazón, el noble ejemplo que os han dejado tantas hermanas.

En estos días en los que estamos yendo con Francisco a Greccio encontramos en los textos de sus biografías como el ejemplo de Francisco contemplado por las gentes del mundo, es como un despertador de los corazones dormidos en la fe de Cristo.

Todas pretendemos “reencantar” nuestra vida y transmitir el fuego de los orígenes a las nuevas generaciones. Gracias a Dios pervive esta utopía en nosotras y queremos “despertar al mundo”. Nos sentimos comunidades sedientas no satisfechas, porque siempre intentamos mejorar y nos ocupamos de aquello que nos puede ayudar a elevar nuestro crecimiento humano y espiritual.

Seguir a Jesús supone mirar y tender las manos para que nada de lo que ocurre en nuestro mundo quede al margen de nuestra preocupación para que pueda ser redimido, salvado recuperado, por eso la vida consagrada se reafirma abriendo siempre caminos de encuentro, de salvación, recorriendo los caminos de la misericordia y la compasión, que fue lo que hicieron Francisco y Clara a su paso por esta tierra.

Ellos fueron personas apasionadas que rompieron moldes y que estaban en camino, cada uno desde su forma de vida como “peregrinos y advenedizos”. Nuestra misión es la de ser personas apasionadas por el Evangelio, por la vida de Jesús, por su persona. Necesitamos tener imaginación para aprender a dialogar sobre la fe y sobre las cuestiones más fundamentales para el hombre y la mujer de hoy.

Se necesitan hermanas y hermanos que amen, que oren y que piensen como despertar los corazones dormidos a la fe de Cristo.

Os animo y me animo a beber de la Gracia que se derramará en nosotras en este Centenario que hará revivir con más fuerza, el carisma que el Espíritu del Señor y su santa operación nos regala cada día.

Francisco se ha hecho de nuevo más presente en nuestras vidas, camina junto a nosotras y así como acompañó a Clara, nuestra madre nos ayudará en esa misión de encender los corazones en el conocimiento y el amor al Padre de las misericordias, Dador de todo Bien y todo don perfecto.

Sigamos anunciándonos “la Palabra de la Vida que se ha hecho visible y se nos ha manifestado” para que estemos unidas entre nosotras y “con el Padre y con su Hijo Jesucristo”.

Recibid un abrazo fraterno y grande de vuestra hermana
Hna. Isabel Cobo Jiménez
Coordinadora Confederal