22 de marzo de 2020
El pasado día 22 de
marzo del presente año 2020, recibió el abrazo del Padre nuestra hermana Teresa
Fernández Corredera, de la fraternidad de Santa Clara en Montilla, Córdoba, a
la edad de 83 años y 65 de vida religiosa. Sin ruido a solas con el Amado, que
la llamó a recibir la corona de los bienaventurados: “Entró en el reino de su
Señor, y recibió la corona preparada desde toda la eternidad, como esposa fiel”
Sor Teresita nació
en Lucena, Córdoba el 9 de enero 1937, ingresando a la edad de 18 años en el extinguido
convento de Santa Clara de Lucena el 25 de noviembre de 1955 y tomando la
librea franciscana el 30 de mayo del siguiente año. El 19 de septiembre de 1957 hizo su profesión
simple y el 21 de diciembre de 1960 ratificó su consagración al Señor por medio
de la profesión solemne. Tras el cierre del monasterio de Lucena en 1973, se trasladó
a la fraternidad de Santa Isabel de Córdoba y al cerrarse también este, el 7 de
mayo de 2016, se incorporó a nuestro convento de Santa Clara en Montilla.
En los cuatro años que ha convivido en
nuestra fraternidad, la recordamos como una hermana alegre y fraterna y hemos
visto cómo el Señor la fue despojando de todo y ella fue adoptándose a las
nuevas circunstancias que Él le ponía delante con total normalidad y entrega,
acogiendo los nuevos proyectos de Dios sobre ella. Fue un alma de oración y muy
amante de nuestra Madre, María Santísima.
Su partida de entre
nosotras fue sin esperarlo, la madrugada del 22 de marzo, cuando la hermana
enfermera fue como de costumbre a levantarla, la encontró tendida en el suelo. Así
en suma pobreza, ella que como “peregrina y advenediza” emigró a dos comunidades,
ahora yacía pobre en la desnuda tierra...
Aunque por la crisis
de la pandemia del corona virus que estamos viviendo a nivel mundial, tan sólo pudimos
estar presentes en su sepelio su fraternidad que la acogió con cariño y que ahora
la deja en manos del Señor, agradecemos a todos sus familiares, hermanas de
federación y amigos, que no pudieron estar presentes físicamente, sus oraciones
y muestras de cariño y cercanía.
Que ella desde el Reino
de la Vida, interceda por nosotros que no la olvidamos.
Dichosos los que
viven y mueren en el Señor.
Sus hermanas de la fraternidad
de Montilla