DE LA
AMAZONÍA
Queridos hermanos y hermanas, ¡El Señor les
dé su paz!
San Francisco después de convertirse al Evangelio
tenía como único deseo el de vivir el Evangelio y dar testimonio de él en el mundo.
En los capítulos del XIV al XVII de la Regla no bulada podemos constatar las citas
que hace él del Evangelio, en donde Jesús envía a sus discípulos (cfr. Mt 10,1-42;
Lc 9,1-6; 10,1-20; Mc 6,7-13).
Para Francisco, el vivir, el dar testimonio y predicar el Evangelio deberían ser siempre en minoridad, pobreza, humildad y en sumisión a la Iglesia, sin tener nada para sí mismo, para restituirle todo al Señor (cfr. VAIANI. C. Storia e Teologia dell’Esperienza Spirituale di Francesco d’Assisi, p.131). Además, cuando llegaron los hermanos que Dios mismo le dio (cfr. Test 14), Francisco comenzó una vida de fraternidad que hasta hoy es la máxima expresión del carisma franciscano.
Para Francisco, el vivir, el dar testimonio y predicar el Evangelio deberían ser siempre en minoridad, pobreza, humildad y en sumisión a la Iglesia, sin tener nada para sí mismo, para restituirle todo al Señor (cfr. VAIANI. C. Storia e Teologia dell’Esperienza Spirituale di Francesco d’Assisi, p.131). Además, cuando llegaron los hermanos que Dios mismo le dio (cfr. Test 14), Francisco comenzó una vida de fraternidad que hasta hoy es la máxima expresión del carisma franciscano.
Recientemente el Consejo Plenario de la Orden
2018 retomó el concepto de la Fraternidad contemplativa (cfr. El que tenga oídos
oiga lo que el Espíritu dice ... a los
Hermanos Menores hoy, 92-105) e hizo propuestas
concretas para vivir y poner por obra esta nuestra forma de vida allí donde estamos,
y estar abiertos a las fraternidades internacionales (cfr. Ídem, 140-148).
Junto a este llamado de la Orden, todos nos
sentimos interpelados por la Exhortación Apostólica del Papa Francisco Evangelii
Gaudium, con la afirmación de que “Todos tienen
el derecho de recibir el Evangelio” y “los
cristianos tienen el deber de anunciarlo sin excluir a nadie” (EG 14) y con
la cita del mandato misionero de Jesús, al que obedece la evangelización: “Vayan por todo el mundo y hagan que todos los
pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo, enseñándoles a observar todo lo que yo les he mandado a ustedes”
(EG 19).
Conviene recordar que el mismo San Francisco
envió a sus hermanos “de dos en dos” recomendando que anunciaran la paz y la penitencia
(cfr. 1Cel 29). Esto confirma la dimensión misionera de nuestro carisma que nos
empuja a salir hacia nuestros hermanos y hermanas del mundo entero, llegando a ellos
en una forma especial, predicando con nuestra forma de vida y de acción a favor
de la reconciliación, de la paz, de la justicia y del respeto de la creación (cfr.
CCGG 1,2). Todo esto nos desafía hoy más que nunca en el contexto de la crisis climática
y la crisis migratoria en la que vivimos, y la Iglesia nos invita a no quedarnos
indiferentes.
El Papa Francisco ha dirigido una mirada particular
a la Iglesia en la Amazonía internacional y ha convocado el Sínodo de la Amazonía
con el tema: “Amazonía: Nuevos Caminos para la Iglesia y para una
Ecología Integral”. En el preámbulo del Documento preparatorio del Sínodo leemos
que “La Amazonía es una región con una rica biodiversidad; es multiétnica, pluricultural
y plurireligiosa, es un espejo de toda la humanidad que, en defensa de la vida,
exige cambios estructurales y personales de todos los seres humanos, de los Estados
y de la Iglesia”. También debemos recordar aquí que hay alrededor de 32 millones
de habitantes en la Panamazonía (en los 9 países que poseen selva amazónica) y entre
ellos hay cerca de 3 millones de indígenas que forman alrededor de 390 pueblos y
nacionalidades diversas. Estos indígenas nacieron y se criaron en armonía con la
selva y han conservado este equilibrio durante miles de años. “Pero la vida en la Amazonía está amenazada
por la destrucción y explotación ambiental, por la sistemática violación a los derechos
humanos básicos de la población amazónica” (Instrumentum Laboris, 14).
Nosotros los franciscanos estamos llamados
a acompañar con mucha atención este Sínodo que llama a escuchar el grito que se
levanta de la Amazonía (cfr. Instrumentum Laboris, 45-46). Queremos presentar aquí
los datos recogidos por el Documento preparatorio del Sínodo: “La cuenca amazónica representa para nuestro
planeta una de las más grandes reservas de biodiversidad (del 30 a 50% de la flora
y fauna del mundo), de agua dulce (20% de agua dulce no congelada de todo el planeta),
posee más de un tercio de los bosques primarios del planeta y, aunque los océanos
son los mayores captadores de carbono, no por esto debe ignorarse el trabajo de
absorción de carbono de la Amazonía. Se trata de más de siete millones y medio de kilómetros cuadrados,
con nueve países que comparten este gran bioma (Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador,
Guyana, Perú, Surinam, Venezuela, incluyendo la Guyana Francesa como territorio
de ultramar)”. Estamos llamados a empeñarnos, junto con la Iglesia, a entrar
en un proceso de conversión ecológica personal y comunitaria, pedida por el Papa
Francisco en la Encíclica Laudato si’ (LS 216-221), “permitiendo que la fuerza y la luz de la gracia recibida se explayen también
en su relación con las demás criaturas y con el mundo que los rodea, y provoque
esa sublime fraternidad con todo lo creado que tan luminosamente vivió San Francisco
de Asís” (LS 221).
La dimensión eclesiológica de la evangelización
misionera, que es propia de nuestra identidad de seguidores del Jesucristo resucitado
y de San Francisco de Asís, nos exige ampliar nuestra visión sobre la participación
de los laicos en todos los aspectos de la vida de la Iglesia. Como nos recuerda
el Papa Francisco, los laicos no son meramente los asistentes de los considerados
como clase “primera” o “privilegiada” de evangelizadores. Todos los miembros de
la Iglesia comparten las mismas responsabilidades de vivir y proclamar el Evangelio.
Por esto, se necesita un radical replanteamiento del modo como organizamos todos
los aspectos de la evangelización, y de cómo trabajamos en la información y en la
formación para una espiritualidad de ecología integral. La evangelización y promoción
humana y ambiental representan dos lados de la misma moneda: “amor a Dios y amor al prójimo”. En esta
dirección debemos unir nuestros esfuerzos con los de la región de la Amazonía y
con todos los demás que viven en condiciones semejantes, como una manera de encarnar
el mensaje de San Francisco de Asís en nuestra vida y en la vida de la Iglesia y
del mundo de hoy.
San Francisco vivió realmente la ecología integral,
aunque ciertamente en la Edad Media no se usaba esta terminología. El Papa Francisco
habla de la ecología integral incorporando las dimensiones humanas y sociales: “ecología ambiental, económica y social” (LS
138-142), “ecología cultural” (LS 143-146)
y “ecología de la vida cotidiana” (LS
147-155). Y luego relaciona la ecología integral con el “bien común” (LS 156-158) que exige una ética responsable para respetar
los derechos elementales e inalienables de todas las personas con “un llamado a la solidaridad y en una opción
preferencial por los más pobres” (LS 158-162). El estilo de vida de San Francisco,
que se hizo hermano de los leprosos, de los pobres, de los hombres y mujeres de
su tiempo, y de todas las criaturas, lo hizo capaz de vivir integrado en la fraternidad
y en el mundo.
El grito de los pueblos amazónicos impacta directamente
las acciones ligadas con la ecología. Pero todos debemos recordar que “para promover una ecología integral en la vida
cotidiana de la Amazonía, es preciso comprender también la noción de justicia y
comunicación intergeneracional, que comprende la transmisión de la experiencia ancestral,
cosmologías, espiritualidades y teologías de los pueblos indígenas, en torno al
cuidado de la Casa Común” (Instrumentum Laboris, 50). La responsabilidad de
la “casa común” se funda en el amor por las generaciones venideras y “debería ser una mirada distinta, un pensamiento,
una política, un programa educativo” (LS 111).
A todos los que vivimos lejos de la Amazonía
nos llega una llamada importante respecto a lo que proviene de aquella región. La
explotación y extracción del oro de los ríos y de otros lugares, producen continuamente
destrucción y contaminación del ambiente. Conviene recordar que este metal precioso
tan codiciado es también causa de violencia, esclavitud, contrabando, rapiñas y
robos en los territorios indígenas. Lo mismo sucede con la madera, extraída ilegalmente
de la selva, que, después de pasar por caminos de corrupción, luego llega “legalizada”
al mercado internacional. En forma silenciosa se da también la “bio-piratería” que
sustrae diversos productos y especies de plantas y animales a la naturaleza, junto
con los conocimientos milenarios de los pueblos amazónicos. Muchos otros productos
se exportan como mercancías, cuya producción implica la extirpación completa de
la selva (cfr. Documento preparatorio).
Sabemos que la Iglesia Católica está presente
en algunas partes de la Amazonía desde la llegada de los colonizadores europeos.
Todavía hoy la Iglesia sigue siendo una voz profética en la Amazonía. Queremos hacer
llegar un agradecimiento especial a los hermanos de nuestra Orden que actualmente
viven y trabajan en la Amazonía de Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela.
Al mismo tiempo pedimos a todos los hermanos de la Orden que sean sensibles al grito
de la Amazonía para defender la vida, la dignidad y los derechos de los pueblos
amazónicos y también para ser una Iglesia cada vez más presente y con el rostro
misionero amazónico, una Iglesia Profética que se enfrenta a los desafíos de hoy
(cfr. Instrumentum Laboris, Parte III).
¡Feliz Fiesta de San Francisco!
¡Paz y Bien!
Roma, 29 de septiembre de 2019
Fiesta de los Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael
Fr. Michael Anthony Perry, ofm (Min. Gen.)
Fr. Giovanni Rinaldi, ofm (Sec. Gen.)
Fr. Julio César Bunader, ofm (Vic. Gen.)
Fr. Jürgen Neitzert, ofm (Def. Gen.)
Fr. Caoimhín Ó Laoide, ofm (Def. Gen.)
Fr. Ignacio Ceja Jiménez, ofm (Def. Gen.)
Fr. Nicodème Kibuzehose, ofm (Def. Gen.)
Fr. Lino Gregorio Redoblado, ofm (Def. Gen.)
Fr. Ivan Sesar, ofm (Def. Gen.)
Fr. Valmir Ramos, ofm (Def. Gen.)
Fr. Antonio Scabio, ofm (Def. Gen.)
Prot. 109277