Francisco
de Asís: Hermano del Encuentro
Los días 12 y 13 de octubre de 2019, tuvo lugar la XXXIV Asamblea General
de la Federación Interfranciscana
de España, bajo el lema "Francisco
de Asís: Hermano del Encuentro”.
La efeméride del octavo centenario del encuentro entre San Francisco de
Asís y el sultán de Egipto, Malek-al-Kamil, ha propiciado la profundización en
esta realidad tan necesaria como urgente para nuestro tiempo. Os dejamos el
mensaje final del encuentro.
La Federación Interfranciscana de España ha celebrado su XXXIV Asamblea general durante
los días 12 y 13 de octubre de 2019
bajo el lema
"Francisco de Asís: Hermano del Encuentro”. La efeméride del octavo centenario del encuentro entre San Francisco
de
Asís y el sultán de Egipto, Malek-al-Kamil,
ha
propiciado la profundización en esta
realidad tan necesaria
como urgente para nuestro tiempo.
Si bien resultaba imposible pensar que se pudiera producir aquel encuentro por la situación bélica en que se encontraban
cristianos y musulmanes en el siglo XIII como consecuencia de la quinta cruzada, este resultó ser todo un signo de fraternidad,
respeto y diálogo entre religiones. Tanto, que ha sido fuente de inspiración,
generación tras generación
hasta nuestros días. La audacia de San Francisco orientada por la autenticidad de su intención halló eco positivo en Malek-al-Kamil. Ambos se estimaron
por
la sinceridad en su búsqueda del Absoluto y ambos incorporaron a su praxis religiosa
algún rasgo observado en el otro.
En un mundo donde se constata con demasiada frecuencia
la polarización de las
posturas en muchos ámbitos sociales, también en el eclesial,
los franciscanos y franciscanas en España apostamos por la minoridad y
la humildad, por la escucha y
el compromiso, por la asertividad y la entrega incondicional hacia todos, de manera particular hacia los pobres.
Esta
apuesta no nos pertenece, más bien reconocemos que
nos
viene dada por el testimonio
de
Jesucristo, aquel que siendo rico se
hizo pobre
por
amor
a nosotros (cf. 2Cor 8,9). Jesús de Nazaret, escuela donde Francisco de Asís
aprendió a vivir en libertad, nos muestra a lo largo de su ministerio público el camino
de
la bondad que trae como fruto la fraternidad sin fronteras. El encuentro con la
samaritana (cf. Jn 4), la curación del siervo
del
centurión (cf. Lc 7,1-10), o el reconocimiento de la gran fe de la mujer siriofenicia (cf Mc 7,24-30)
son pasajes concretos que así lo ponen de manifiesto. Estos testimonios son confirmados por el
mismo Señor cuando asegura que habrá gentes que vendrán de oriente y occidente,
del
norte y del sur a sentarse en el banquete del Reino de Dios (cf. Lc 13,29).
Comprendemos que la fe, lejos de generar fronteras,
nos
abre a un mundo de
posibilidades de encuentro con quienes se reconocen buscadores auténticos de la
verdad y están movidos por la paz y el bien. La fe en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo nos hace peregrinos con el resto de
comunidades cristianas, con las personas religiosas y con toda la humanidad sufriente.
Más concretamente, el encuentro entre San Francisco y el sultán de
Egipto nos
impulsa a las franciscanas y franciscanos a caminar junto a los musulmanes tal como Mons.
Santiago Agrelo nos ha expresado en su reflexión durante
el transcurso de esta
Asamblea: “no vamos a La Meca con los musulmanes, pero nos unimos a ellos en la
confesión de la soberanía de Dios sobre nosotros, en la sumisión al Dios Clemente y Misericordioso, en la práctica de la oración, en la solidaridad con los desfavorecidos de la tierra, en la lucha por
la
justicia”.
Nos reconocemos peregrinos junto a otros muchos peregrinos
desde el regalo de la fe que Dios nos ha dado. Este peregrinaje no solo requiere diálogo, requisito
imprescindible para
regular las relaciones entre
las personas, sino algo más
que
diálogo. En palabras de Mons. Agrelo, “el Mesías Jesús no vino al mundo para convivir
pacíficamente
con
sus vecinos, sino a dar la vida por todos. Y para esto es necesario
darse, no basta con hacerse buen vecino”.
La vida de la Federación Interfranciscana de España, deudora de tanto bien recibido
por
Dios, se siente peregrina junto a toda la humanidad desde la entrega de la vida, y
se ve confirmada en esta misión por San Francisco a través de sus mismas palabras: “restituyamos todos los bienes al Señor Dios altísimo y sumo, y reconozcamos que todos son suyos, y démosle gracias
por todos ellos, ya que todos los bienes de él
proceden” (Rnb 17,17).
En Madrid, a 13 de octubre de 2019