Pestaña

sábado, 12 de octubre de 2019

Caminando tras los pasos de Jesús

Viaje a Tierra Santa


Del 2 al 9 de septiembre, un total 33 hermanas, la mayoría de nuestra Federación y algunas que se añadieron de Murcia y Belorado, se nos ha concedido la gracia de hacer una peregrinación a Tierra Santa.
Nos guiaba el Hermano Juan Pedro Ortega ofm. Tras un largo tiempo de preparativos, trámites, etc, pues no era fácil por la seguridad tan extrema que tienen en el aeropuerto de Israel especialmente, y con algunas dificultades de última hora, al fin pudimos partir. Con ánimos y expectativas muy diferentes. Con lo que conlleva una peregrinación, cada día distinto en todo, pues, aunque se llevaba un programa preestablecido, no se pudo llevar a cabo porque había que conjugar los tiempos, horarios, grupos, etc. El tráfico del lugar venía a complicar más las cosas. No obstante, la peregrinación se desarrolló bien, con un ambiente de familiaridad entre todas, también con el guía, que resultó ser muy eficiente y entregado a nosotras, con todo detalle para que todo saliera bien y pudiéramos ver lo más posible en el poco tiempo que teníamos.
Al final de la peregrinación se hizo una evaluación entre todas, y resultó que la tónica general era la gratitud al Señor por habernos permitido este viaje, a las hermanas de las comunidades que hacían posible que estuviéramos allí, al guía, y a los Hermanos y Hermanas que fuimos encontrando, los cuales nos abrieron las puertas y nos recibieron con verdadero amor fraterno. En ellos recibimos el testimonio vivo del Evangelio vivido en servicio, entrega, disponibilidad y gratuidad,
De los lugares por donde pasamos y celebraciones que vivimos, habría que ir detallando uno por uno, pero para destacar, entre lo que más nos impactó, fue Nazaret, donde la presencia de María se hizo palpable. Visitamos su casa y la casa de José, donde estuvo la Sagrada Familia. Aunque eran restos, pudimos admirar la sencillez y pobreza de todo un Dios que quiso escoger esa tierra, en ese momento histórico, en ese contexto donde se vivía con lo imprescindible, porque en esas casas no había lugar para nada más.
Otro lugar que nos impactó fue el conjunto formado por el Santo Sepulcro, Calvario y Getsemaní. El hermano Juan Pedro consiguió prepararnos algo que se daba muy de tarde en tarde, y en ocasiones especiales: la entrada solemne al Santo Sepulcro. Nos dispuso en tres filas, y mientras todos los hermanos de esa comunidad cantaban el Te Deum, íbamos llegando al Lugar, donde pudimos entrar de tres en tres en la Tumba donde estuvo depositado su Cuerpo. Lo más impresionante era saber que ese Cuerpo no estaba, porque había resucitado. Realmente algo impensable e inaudito. Pudimos venerar también la Piedra de la Unción, donde le habían ungido con perfumes y envuelto en la sábana antes de colocarlo en la Tumba.
Igualmente sobrecogedor era el Calvario donde pudimos celebrar la Eucaristía y venerar la hendidura de la piedra donde estuvo enclavada la Cruz.
Getsemaní, con los árboles milenarios del Huerto, y la Basílica donde se veneraba la roca de la agonía, en donde tuvimos una Hora Santa internacional ante el Santísimo, con Procesión. Impresionaba el silencio, especialmente teniendo en cuenta la multitud de gente que asistía a esta celebración.
Destacamos el Lago de Tiberíades, donde pudimos atravesar en barca, después de celebrar la Eucaristía, recordando la llamada del Señor a sus discípulos y la comida preparada sobre la roca tras su resurrección. Era muy hermoso atravesar el mismo lugar por el que tantas veces había recorrido, de una orilla a otra, llevando la Buena Noticia.
Hemos renovado la Profesión en la Basílica de la Anunciación, uniendo nuestro sí al Sí de María. Muy comprometido y muy exigente pronunciar la fórmula de nuestra Profesión en el mismo lugar en que María pronunció su Fiat.
También hemos renovado el Bautismo en el Jordán. No un lugar cualquiera. Igualmente se sentía que no era un simple gesto, sino unirnos al mismo Bautismo de nuestro Señor, con el que recibe su Misión Mesiánica.
En Betania nos han ungido con el perfume de nardo, recordando el gesto de María con Jesús.
Hemos recorrido la Vía Dolorosa. Muy diferente a la devoción que solemos hacer. Porque teníamos que pasar llevando la Cruz por esas calles, tan llenas de gente de todo tipo, tiendas, abarrotadas, en medio de un ambiente pagano, de grupos que iban a otros intereses. Se nos decía que seguramente, salvando las distancias, en tiempo de Jesús sería así, puesto que a los ajusticiados los paseaban por las calles más transitadas, a fin de que sirvieran de escarmiento para todos. Tampoco el Vía Crucis de Jesús fue muy “devocional”.
Nos ha llamado la atención la multitud de gente, de todas partes, con quienes hemos compartido en muchas ocasiones la oración. El ambiente de devoción era muy intenso.
Destaca también la labor tan grande de los Hermanos de la Custodia, su perseverancia en medio de tantas dificultades, así como el gusto y el amor con que cuidan estos Lugares. Igualmente la acogida de las Hermanas, de Nazaret y Jerusalén, y de los Hermanos de las comunidades por donde íbamos pasando.
El contraste de pueblos, culturas, razas, religiones, nos impactó mucho. Con gran tristeza supimos de la difícil convivencia a causa de la rigidez y prepotencia de Israel, con respecto a Palestina y todos los que vivían al otro lado del muro. Qué contraste entre el mensaje de Jesús y la realidad que se vive en esta Tierra. No obstante, hemos podido contemplar el escenario de su vida, estas piedras nos hablaban de Él, de su paso entre nosotros, de que realmente en este lugar se desarrolló la historia más increíble jamás soñada. Todo un Dios que por nosotros se encarna, se hace verdaderamente uno con nosotros, padece, muere, y resucita por nosotros. No es necesario para la fe ir a Tierra Santa, pero realmente hemos experimentado que estar allí nos ha permitido estar un poco más cerca de Él. Todas hemos sentido de alguna manera su fuerte Presencia, y que ha sido Él quien nos ha llevado hasta allí.
Damos gracias, bendecimos a nuestro Dios, y pedimos por esta Tierra, especialmente por el pueblo judío, que todavía espera un mesías, que nada tiene que ver con el verdadero. Hemos podido entender por qué Jesús fue rechazado por su pueblo, al menos por el sector más intransigente, quienes siguen aferrados a sus costumbres y tradiciones, lo mismo que cuando Jesús en el Evangelio tenía sus controversias con ellos.
Finalmente, concluimos diciendo que no basta ver fotografías, vídeos, conocer teóricamente todo detalle. Hay que ir a este lugar para experimentar lo que hay. Lo que allí acontece es el encuentro con Alguien vivo, no es un viaje más. Es como ir a su casa. Realmente, nos ha recibido allí.
Sor Rosa Mª Gamero Sosa osc
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