Sor Mª Teresa Domínguez Blanco o.s.c
A todas las Hermanas de la Federación
Queridas hermanas: En el pórtico de la conmemoración anual de
nuestro padre y hermano Francisco de Asís, me dirijo a vosotras para
felicitaros por esta fiesta, además de recordar juntas que estamos también en
plena celebración de los 800 años de la peregrinación de Francisco a Tierra
Santa, del encuentro de Francisco con el sultán Al-Malik Al-Kamel, de la
presencia franciscana en esos lugares Santos.
El Papa Francisco con motivo de este evento recordó al pobrecillo
de Asís como un "hombre de paz" que exhortaba a sus hermanos a
saludar a la gente como Jesús había pedido: "Que el Señor les dé la
paz". San Francisco -escribe el Papa- había entendido con el corazón que
todas las cosas fueron creadas por un solo Creador, el único que es bueno, y
que "todos los hombres tienen en Él un Padre común". Por eso,
"deseaba llevar a todos los hombres, con espíritu alegre y ardiente, la
noticia" del amor inefable del "Dios todopoderoso y
misericordioso", que "quiere que todos los hombres se salven y
lleguen al conocimiento de la verdad" (1 Tim 2,3-4). Por este motivo,
invitaba a los frailes que se sentían llamados por Dios a que fueran a estar
entre los sarracenos y otros no cristianos, a pesar de los peligros[1].
Francisco llegó a crear lazos de paz y fraternidad en un ambiente
duramente hostil. Nuestros hermanos actuales también hoy quieren prolongar ese
proyecto de paz y fraternidad universal en una tierra ensangrentada por odios
fratricidas, En la que el rechazo al diferente llega a oprimir y a anular. En
una tierra donde el olor a pólvora y el ruido de ráfagas no es ocasional,
nuestros hermanos siguen empeñados valerosamente en proclamar la hermandad
universal y el valor de la paz en la construcción de una tierra más agradable
para todos.
Ellos, de otra manera, pero no sin dificultades y riesgos,
prolongan la inspiración de Francisco trabajando en gratuidad y total entrega
por hacer posible una convivencia respetuosa entre judíos, cristianos y
musulmanes. A diferencia de otras religiones, ellos acogen a todos por igual,
comparten su saber, su tiempo, sus recursos con los que se acercan. O
simplemente, en muchas otras ocasiones, cuando no se les permite otra tarea, se
limitan a ser signos visibles del amor de Dios, signo visible de un mundo, para
muchos utópico, en el que es posible la paz, la acogida, la fraternidad, la
reconciliación, el diálogo…. Sin palabras, sin predicación, sólo con su saber
estar, “ante todo, con el testimonio de una vida totalmente entregada a Dios y a
los hermanos, a imitación del Salvador que, por amor del hombre, se hizo siervo»[2]
se han convertido en palabra elocuente y exhortativa de una convivencia más
coherente con el mensaje de Aquel Hombre Jesús que, precisamente allí, anunció el mensaje de la Paz:
“Paz a vosotros lo de lejos, paz también a vosotros los de cerca”.
Este año, a un grupo de hermanas se nos ha concedido la gracia de
escuchar y ver el testimonio directo de lo que yo ahora, torpemente, intento
transmitir; y podemos deciros que la presencia franciscana en esos lugares
trabaja, se esfuerza por hacer realidad "proyectos de diálogo,
reconciliación y cooperación" que "lleven a los hombres a la comunión
fraterna", difundiendo la paz y el bien[3].
En medio de una cultura de la negación sistemática del otro, dan testimonio de
comunión entre los pueblos, las razas y las culturas. El testimonio de la propia
vida es el primer modo de evangelización que nuestros Hermanos Menores procuran
ofrecer allí donde moran. Sin duda, que su entrega en pura gratuidad, anonimato
y donación total, por amor, está siendo cauce de fecundidad evangelizadora.
Demos gracias a Dios por esta labor silenciosa y permanente de custodiar los
santos lugares por parte de nuestros hermanos menores, acompañémosles con
nuestras oraciones para que el Dueño de la historia vaya uniendo los corazones
de todos los hombres y creando cada vez más lazos de comunión.
“Yendo más allá de las líneas del ejército cruzado, San Francisco
de Asís se convierte en un signo de superación de las barreras entre los
pueblos, las culturas y las religiones”[4]
superemos nosotras nuestras barreras de miedo, de rechazos, de indiferencias,
de cobardía para potenciar el encuentro con todos nuestros hermanos, en
especial con la otra diferente que vive a mi lado, con las cercanas de
fraternidad o federación.
El encuentro del Pobre de Asís con el sultán, hace ocho siglos,
también nos pone a nosotras hoy en camino, nos interpela a ser un signo
profético, a superar obstáculos, del tipo que sea, para llevar el mensaje de la
paz. Pero para ello hemos de ser mujeres habitadas por la Paz, esta paz
interior “nos convertirá en personas de paz en la familia, en las diferentes
comunidades, en el servicio, en el trabajo, en cualquier parte donde nos encontremos
y donde vayamos podemos llevar este mensaje que el mundo tanto necesita”. Dondequiera
que nos encontremos, empezando por las propias fraternidades, debemos anunciar
con nitidez la posibilidad de un mundo acogedor, justo, tolerante y pacificado,
siendo lugares de vida, habitados y habitables porque la Vida verdadera vive en
medio de nosotras.
Que el Señor nos dé su paz,
que se nos dé el mismo, Príncipe de la Paz. Muy unidas en esta gran solemnidad
de nuestro Padre San Francisco. Con todo mi cariño, vuestra hermana
Sor Mª Teresa Domínguez Blanco
Presidenta Federal
Prot.10
/19
Badajoz 30-9-2019
Badajoz 30-9-2019