Pestaña

domingo, 21 de mayo de 2023

Pascua de Sor Isabel Carbajo Fraile

Fraternidad de Santa Ana, Badajoz

“Es la voz del Amado que me llama…”

    Nuevamente, el Dueño de la vid, viene a recoger los frutos maduros y humildes de nuestras comunidades. En la mañana del día 18 de mayo, en la Fraternidad de Santa Ana de Badajoz, nuestra querida hermana sor Isabel Carbajo Fraile, marchaba al encuentro con el Amado a la edad de 90 años.


SEMBLANZA

    Nuestra hermana Isabel, de pila, Antonia, nació en Villamontán de la Valduerna, León, el 3 de septiembre de 1932, hija de don Julián y doña Lorenza. Ingresó en el clausurado convento de Nuestra Señora de Gracia, en Jerez de los Caballeros, Badajoz, el 7 de marzo de 1949 e hizo su profesión solemne el 15 de agosto de 1954. En el año 2007, junto con su comunidad, pasó a formar parte mediante fusión de la Fraternidad de Santa Ana en Badajoz.

    A lo largo de su vida religiosa se caracterizó por ser un alma sencilla, entregada y silenciosa. Desempeñó diversos servicios, principalmente estuvo de tornera y enfermera, oficio este último que desempeño, prácticamente, toda su vida.

    Siempre trató a las hermanas, tanto sanas como enfermas, con suma delicadeza de espíritu; no salían de sus labios queja alguna. Cuando se le pedía algún favor, con presteza lo realizaba. Más aún, si ella intuía la necesidad de la otra persona, inmediatamente, se lanzaba a socorrerla. Esta actitud la mantuvo hasta que la hermana enfermedad le visitó a una edad ya avanzada.

    Sufrió con paciencia y caridad las pequeñas y grandes contrariedades de la vida fraterna. No tenía grandes dotes humanas, pero su gran don por excelencia fue el amor sin medida, amando a Dios y a las hermanas, sin distinción.

    Vivió pobremente y murió en obediencia. Dios fue su amor Único y desde aquí vivió la comunión con sus hermanas y los hombres. Muy amante de la Eucaristía y de la Santísima Virgen.

    En el poco tiempo pasado en la enfermería, ya más dependiente de las demás, se mostraba muy agradecida por los cuidados y atenciones que recibía de las hermanas, para las cuales, siempre tenía palabras de agradecimiento envueltas en una sonrisa fraterna.

    Querida y siempre recordada hermana Isabel: agradecemos profundamente a Dios el haber compartido contigo cada día de tu peregrinación creyente y junto a nuestros seráficos padres Francisco y Clara, damos gracias a Dios por el don de tu vida, sencilla, humilde y perseverante, por tu entrega incondicional, por ese desvivirte por todas y cada una de tus hermanas, dejándonos una hermosa estela de fe y caridad.

   Ve, ve así… presurosa y alegre al encuentro de tu Amado, que te amó, te eligió y te santificó.