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"Querida Amazonia"
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El pasado 12 de febrero de 2020, fue publicada la Exhortación Apostólica
“Querida Amazonia”, fruto de la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos
para la región Panamazónica que se desarrolló del 6 al 27 de octubre de 2019.
En ella el Santo Padre expone cuatro grandes sueños “que la Amazonia le
inspira”. Estos son: un sueño social, un sueño cultural, un sueño ecológico y
un sueño eclesial.
“La predicación debe encarnarse, la espiritualidad debe encarnarse, las
estructuras de la Iglesia deben encarnarse”, redacta Francisco. “Por ello me
atrevo humildemente, en esta breve Exhortación, a expresar cuatro grandes
sueños que la Amazonia me inspira”.
La selva “es un ser”
En el tercer capítulo del documento, titulado “Querida Amazonia”, el
Santo Padre reflexiona sobre el “sueño ecológico”. En el punto 42 del texto
afirma: “Si el cuidado de las personas y el cuidado de los ecosistemas son
inseparables, esto se vuelve particularmente significativo allí donde ‘la selva
no es un recurso para explotar, es un ser, o varios seres con quienes
relacionarse’”.
La Amazonia es una totalidad plurinacional interconectada, un gran
bioma compartido por nueve países: Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, Guyana,
Perú, Surinam, Venezuela y Guayana Francesa. No obstante, el Pontífice dirige
la exhortación “a todo el mundo”, especifica.
Preocupación por “nuestra tierra”
Por un lado, –señala– lo hace para “ayudar a despertar el afecto y la
preocupación por esta tierra que es también ‘nuestra’ e invitarles a admirarla
y a reconocerla como un misterio sagrado”; por otro lado, “porque la atención
de la Iglesia a las problemáticas de este lugar nos obliga a retomar brevemente
algunas cuestiones que no deberíamos olvidar y que pueden inspirar a otras
regiones de la tierra frente a sus propios desafíos”.
El Señor, explica el Pontífice, “que primero cuida de nosotros, nos
enseña a cuidar de nuestros hermanos y hermanas, y del ambiente que cada día Él
nos regala. Esta es la primera ecología que necesitamos”.
Los daños a la naturaleza afectan a las personas y a los ecosistemas
–“inseparables”– de un modo “muy directo y constatable”, indica el Papa, porque
–dicen–: “Somos agua, aire, tierra y vida del medio ambiente creado por Dios.
Por lo tanto, pedimos que cesen los maltratos y el exterminio de la Madre
tierra. La tierra tiene sangre y se está desangrando, las multinacionales le
han cortado las venas a nuestra Madre tierra”.
Grito de la Amazonia
El grito de la Amazonia alcanza a todos porque la “conquista y
explotación de los recursos […] amenaza hoy la misma capacidad de acogida del
medioambiente: el ambiente como “recurso” pone en peligro el ambiente como
‘casa’”, cita el Papa Francisco de san Juan Pablo II. Y advierte: “El interés
de unas pocas empresas poderosas no debería estar por encima del bien de la
Amazonia y de la humanidad entera”.
Además de los intereses económicos de empresarios y políticos locales,
están también “los enormes intereses económicos internacionales”, recuerda. “Es
loable la tarea de organismos internacionales y de organizaciones de la
sociedad civil que sensibilizan a las poblaciones y cooperan críticamente,
también utilizando legítimos mecanismos de presión, para que cada gobierno
cumpla con su propio e indelegable deber de preservar el ambiente y los
recursos naturales de su país, sin venderse a intereses espurios locales o
internacionales”, recupera el Papa de su encíclica Laudato Si’.
Sistema normativo
Para cuidar la Amazonia, observa el Papa, es bueno “articular los
saberes ancestrales con los conocimientos técnicos contemporáneos, pero siempre
procurando un manejo sustentable del territorio que al mismo tiempo preserve el
estilo de vida y los sistemas de valores de los pobladores”.
“Los más poderosos no se
conforman nunca con las ganancias que obtienen” advierte Francisco, “y los
recursos del poder económico se agigantan con el desarrollo científico y
tecnológico”. Por ello, exhorta con urgencia a “crear un sistema normativo que
incluya límites infranqueables y asegure la protección de los ecosistemas,
antes que las nuevas formas de poder derivadas del paradigma tecnoeconómico
terminen arrasando no sólo con la política sino también con la libertad y la
justicia”.
Contemplar la Amazonia
“Aprendiendo de los pueblos originarios podemos contemplar la Amazonia
y no sólo analizarla, para reconocer ese misterio precioso que nos supera.
Podemos amarla y no sólo utilizarla, para que el amor despierte un interés
hondo y sincero. Es más, podemos sentirnos íntimamente unidos a ella y no sólo
defenderla, y entonces la Amazonia se volverá nuestra como una madre”.
Además, el Papa propone un paso más: Recordar que una ecología integral
no se conforma con ajustar cuestiones técnicas o con decisiones políticas,
jurídicas y sociales. “La gran ecología siempre incorpora un aspecto educativo
que provoca el desarrollo de nuevos hábitos en las personas y en los grupos
humanos”, asegura.
Poesía que salvará al mundo
Si bien el obispo de Puerto Maldonado (Perú) David Martínez de Aguirre,
señaló que la exhortación postsinodal “Querida Amazonia” es un “poema de amor
proclamado a toda la Iglesia Universal y a todas las personas de buena
voluntad”, el Papa Francisco escribe en el documento que “solo la poesía, con la
humildad de su voz, podrá salvar a este mundo”.
Y asegura que “la poesía ayuda a expresar una dolorosa sensación que
hoy muchos compartimos”. La “verdad insoslayable” es que, en las actuales
condiciones, con este modo de tratar a la Amazonia, tanta vida y tanta
hermosura están “tomando el rumbo del fin”, aunque muchos quieran seguir
creyendo que no pasa nada, lamenta Francisco.
Los poetas populares “han tratado de expresar lo que este río les hace
sentir y la vida que él regala a su paso, en una danza de delfines, anacondas,
árboles y canoas”, redacta el Papa. “Pero también lamentan los peligros que lo
amenazan. Estos poetas, contemplativos y proféticos, nos ayudan a liberarnos
del paradigma tecnocrático y consumista que destroza la naturaleza y que nos deja
sin una existencia realmente digna”.
“Sueño con una Amazonia que custodie celosamente la abrumadora hermosura
natural
que la engalana, la vida desbordante que llena sus ríos y sus
selvas”