Queridas hermanas, paz y bien
Os envío estas letras de comunión
fraterna en nombre de todos los hermanos de la
Provincia de la Inmaculada en la que ambas Órdenes
expresamos el gran don de Santa
Clara a nuestra familia, a la Iglesia
y al
mundo, de manera particular vosotras.
Su celebración el día 11 de agosto nos llena a todos de gozo y nos impulsa a buscar con
mayor ahínco nuestra configuración con Cristo.
En medio de las ocupaciones y preocupaciones que llevamos entre manos, Santa
Clara nos recuerda nuevamente
que
Cristo es el centro de nuestra vida. En cuanto Mesías enviado de Dios, nos introduce en el misterio de comunión con el Padre. A la vez, también nos orienta para
acoger con decisión la fuerza que viene del Espíritu Santo.
Cristo no será solo una mediación para ir al Padre, sino que en Él está el
Padre y el Espíritu Santo, de modo que le podemos considerar como absoluto de
nuestra vida.
Por eso Clara exhortará a Inés de Praga a que ame totalmente a Aquel que por su amor se entregó todo entero (3CtaCl
15). El sentido de plenitud
que
expresa Clara nos ayuda a ubicar
en nuestra vida el centro sobre el que ha de girar todo: nuestro
Señor Jesucristo. La relación profunda con Él ilumina nuestra originalidad
como Orden y como personas. Cada cual, en su singularidad,
está llamada a plenificarse
en el
amor de Aquel que os ha amado de manera incondicional,
para
así entrar en comunión con
toda la creación, comenzando
por las hermanas que han recibido la misma inspiración
divina. Esta plenificación
ni aísla ni uniforma, sino que hace
tomar a la persona la vida en las propias manos y la abre,
en libertad, a la comunión con
los demás. Esta comunión que Jesucristo suplicará al Padre en el discurso
de la última cena es el que Clara, junto con Francisco,
recibirá como una de las
dimensiones más importantes del carisma recibido.
El amor de Cristo que nos revela la plenitud de nuestras
vidas nos lleva a vivir en comunión fraterna,
y nos conduce a anunciar
a todos que no hay creador sino Dios y todos nosotros somos hermanos. Este es el evangelio de Jesús, el que lo hace todo
nuevo. En él encontramos
la esperanza y la fortaleza.
En la comunión con él
estaremos siempre dispuestos
a vivir las pruebas que sean, por duras que se
presenten. Esta es la apuesta de Santa Clara que queda expresada de forma firme en la Carta a Ermentrudis: cualquier
adversidad, por compleja que sea, no tendrá
la última palabra sobre nuestras vidas,
sino que la contemplación del Señor será la que en dé consistencia a la vida y permita, no únicamente perseverar, sino crecer y entrar nuevas dimensiones de comunión con el amado.
Los documentos que recientemente ha ofrecido la Congregación para los Institutos
de Vida
Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica, esto
es, Vultum
Dei Quaerere
y Cor Orans son los nuevos
instrumentos que la Iglesia os ofrece para revisar la vida. Que el Evangelio de nuestro Señor
Jesucristo esté siempre en el corazón de vuestro discernimiento
para
que estos documentos sean una mediación
auténtica de renovación.
El mismo papa Francisco dirá que Cristo es siempre joven y
fuente constante de novedad (EG 11).
Feliz día de Santa Clara, hermanas.
Dios os siga llenando de sus bendiciones
por intercesión de nuestra querida
hermana y madre Clara.
Recibid un abrazo
fraterno.
Fr. Juan Carlos Moya Ovejero, ofm
Ministro provincial
Descargar Carta del Ministro Provincial, pdf