Fraternidad de Santa Clara en
Montilla, Córdoba.
17 de septiembre de 2019
“Una violeta escondida, pero
conocida y amada de todos”
En la madrugada del día 17 de septiembre, fiesta
de la Estigmatización de nuestro Padre San Francisco, pronta a la voz del Esposo el
alma bendita, de nuestra hermana Sor Dolores, a la edad de 88 años, entró en el
festín de las bodas eternas, a un cielo nuevo y una tierra nueva – porque para
ella, el primer cielo y la primera tierra ha desaparecido: Yo soy el Alfa y la
Omega, el Principio y el Fin; al que tenga sed, yo le daré del manantial del
agua de la vida gratis. Esta es la herencia del vencedor. Es, la herencia de
nuestra Hermana
Nuestra Hermana Sor Dolores,
nació en Fuente la Lancha, (Córdoba). el día 1 de septiembre 1931, de familia
sencilla, y trabajadora. Estuvo marcada por una fuerte e intima devoción a la Virgen.
Ella nos repetía con mucha frecuencia: “mi vocación se la debo a la Virgen”.
Ingresó en esta Fraternidad
de Santa Clara de Montilla, a la edad 22 años, el día 15 de octubre del Año
Santo Mariano de 1954. Después de sus años de formación, y su paso por el
noviciado Federal en Santa María de Jesús (Sevilla), de la que siempre guardó
agradecidos recuerdos sobre aquellas madres y hermanas que le ayudaron en su
formación, volvió a su fraternidad e hizo su profesión Solemne en 1959, el día
4 de octubre, Solemnidad de nuestro Padre San Francisco.
Nuestra hermana, no brilló
por sus dotes intelectuales, pero sí, por los del Espíritu que engrandece a los
humildes y sencillos.
Era, como ya he dicho,
amante ferviente de María Santísima, su arma preferida para la luchar era el
santo Rosario, que siempre llevaba consigo. Gran amante de Jesús crucificado
Padre de Familias; allí, en su capilla, pasaba largos ratos de oración, no
dejando nunca de visitar a este gran PADRE de la casa.
Así mismo gozaba de la celebración
del sacrificio de la santa Misa y de Jesús Eucaristía. Donde se la sorprendía
no solo orando, sino cantando.
Dotada de un gran corazón,
de santa simplicidad y sencillez que se ganaba a todos cuantos la trataban;
siempre tenía una palabra para todos y una frase evangélica para solucionar las
cosas.
En definitiva, un alma
entregada, y cercana a sus hermanas y bien curtida desde su juventud en los
duros trabajos, pero siempre con la sonrisa en sus labios
Era gran amante, como buena
franciscana, de la naturaleza. Alababa a su Creador, cuando por las noches
contemplaba las estrellas, gozaba cuando podía coger ramilletes de flores para
el Sagrario o para la Virgen; los animales casi formaban parte de su familia,
se sabía por dónde iba, porque allí, estaba el perro o el gato esperándola. Era
un gran reflejo de Francisco con el hermano lobo.
Ella ha muerto como vivió:
sencilla apagándose como blanda cera. Cuando le preguntábamos: Sor Dolores, ¿cómo
estás?, nos decía: “Cómo Dios quiere; con el Padre de Familias crucificada”.
Hermana mía, hermana
nuestra, ahora empezamos a vivir la Comunión de los Santos, ambas nos
necesitamos. Ruega por el mundo, por Montilla y por nosotras tus hermanas.
Nosotras te llevamos en el corazón, solo has cambiado de lugar, seguimos
unidas. Gracias por tu vida.
Gracias a vosotros
sacerdotes que nos acompañáis, gracias a vosotros sus familiares y padrinos, gracias
a las hermanas que habéis venido de otros conventos de nuestra Federación; gracias
a todos los fieles que nos acompañasteis, representando a todo el pueblo de Montilla.
Gracias, en alabanza de Cristo y de su sierva nuestra Hermana Sor Dolores.
Sus hermanas de la
Fraternidad de Santa Clara de Montilla