Pestaña

jueves, 5 de septiembre de 2019

Carta Ministro provincial y Definitorio al inicio del Curso 2019-20

 Compartimos la Carta que el Ministro provincial y su Definitorio a dirigido a los hermanos, hermanas contemplativas y laicos de la OFS o muy comprometidos con su misión evangelizadora (Consejos pastorales parroquiales, Comunidades educativas y otros miembros de los grupos apostólicos), con motivo de la apertura del Curso 2019-20. 

 A los hermanos de la Provincia de la Inmaculada Concepción, a los Consejos pastorales de las parroquias de nuestra Provincia,a las Comunidades educativas de nuestros colegios, a las  Hermanas contemplativas OSC, OIC y TOR, a las Fraternidades Seglares Franciscanas, a las hermandades y grupos franciscanos vinculados a nuestras fraternidades:

El Señor os dé la paz.
El Definitorio de la Provincia de la Inmaculada Concepción os dirige estas letras con la intención de iniciar con buen ánimo el Curso 2019-2020, y de crear lazos de comunión que nos permitan caminar juntos a frailes, hermanas contemplativas y seglares franciscanos con los que, desde diferentes opciones de vida, compartimos vocación y misión. Pretendemos exponeros, sencillamente, algunas inquietudes que nos acompañan, y haceros algunas propuestas que dinamicen la vida y la misión, de tal modo que puedan llegar a ser cauce de creación de redes que nos permitan trabajar en la misión de Dios con el rostro vuelto al Señor.

Prioridades del Plan Trienal
Como muchos de vosotros sabéis, nos encontramos al inicio del segundo curso del Trienio 2018-2021. El Definitorio provincial vio la conveniencia de elaborar un Plan Trienal que estuviese vertebrado por un acuerdo capitular para cada curso, de tal manera que nos ayudase a centrar nuestros esfuerzos en esa prioridad sin descuidar el resto de acuerdos capitulares. Así, el curso 2018-2019 ha estado marcado por la relación con Dios, el curso 2019-2020 se quiere centrar en la misión con las familias y los jóvenes, y el curso 2020-2021 trabajaremos la misión con la Familia franciscana y los laicos que nos acompañan.
El curso pasado nos centramos en la relación con Dios. No por sabida, deja de ser importante esta dimensión de nuestra vida, que es fundamento esencial de las que dependen el resto. Si el papa Francisco afirma que «la primera motivación para evangelizar es el amor de Jesús que hemos recibido»[1], y que el santo de nuestro tiempo «es alguien que no soporta asfixiarse en la inmanencia cerrada de este mundo, y en medio de sus esfuerzos y entregas suspira por Dios»[2], nuestra Orden, por su parte, reconoce en un documento reciente que «una vida que se declara “consagrada” encuentra su sentido y su fundamento precisamente en la fe en Dios… Probablemente un equívoco de la formación permanente (y quizás también de la formación inicial) es el de dar por descontada la fe, como si la fe fuera un requisito que puede adquirirse de una vez por todas»[3]. En su día, los hermanos de la Provincia de la Inmaculada nos dijimos, en el Proyecto de vida y misión, que la nuestra «es una vida marcada fuertemente por la experiencia del encuentro con el Dios vivo, de tal manera que, cuanto más profunda sea esta experiencia más auténtica será la vida espiritual; porque Dios es el principio integrador de toda nuestra vida y misión»[4]. Así, este curso pasado, ha querido ser cauce para discernir, repensar, gustar con más intensidad nuestra relación con Dios. Podemos constatar algunos frutos: el buen resultado del Curso de Formación permanente en Chipiona, la participación de un número significativo de hermanos en las diversas tandas de Ejercicios espirituales organizados por la Provincia y la búsqueda de tiempos y lugares para el retiro por no pocos hermanos, la lectio divina y el retiro mensual enviado por la Fraternidad de El Palancar, ambos acogidos en el proyecto comunitario por algunas Fraternidades, entre otros. Todos ellos son pequeñas mediaciones que, como la levadura, da crecimiento a la masa que es nuestra vida de relaciones.

La familia y los jóvenes, prioridad del curso 2019-2020
Lejos de olvidarnos de lo recorrido a lo largo de este curso pasado, su aportación ha de ser tenida muy en cuenta para que nuestro anuncio se concentre en lo esencial y la propuesta se simplifique y se vuelva más contundente y radiante[5]. Si nuestra vocación halla su fundamento en Dios, ésta se orienta por el mismo Señor a la misión, pues, así como el Hijo fue enviado por el Padre, así también todos los hermanos, bajo la dirección del Espíritu Santo, son enviados a proclamar en el mundo el Evangelio a toda criatura[6]. La Provincia viene empleando muchas energías en dos áreas donde se concreta nuestra misión: en el acompañamiento de las familias y sus hijos a través, principalmente, de los colegios y de las parroquias. Y es que nos damos cuenta de que la familia es esencial en el desarrollo de nuestra sociedad, no solo desde una perspectiva económica, sino del bienestar o de la felicidad.
Según los datos que ofrece el Instituto de Política Familiar, la situación de la familia en España es preocupante: somos el 5º país del mundo con peor índice de fecundidad, por lo que se necesitan 240.000 nacimientos más anuales para asegurar el nivel de reemplazo general; los matrimonios religiosos están desapareciendo (73,7% lo hacen exclusivamente por lo civil); el crecimiento de los divorcios en España se ha duplicado en los últimos 13 años y se producen 3 rupturas por cada 5 nuevos matrimonios; el divorcio afecta a 90.000 hijos por año…[7]. Estos y otros datos nos han de llevar a tomar viva conciencia de lo que se está jugando la sociedad española en general, a lo que la Iglesia católica en España no puede quedar indiferente.
Nuestra preocupación se ha de dirigir a prestar acompañamiento y formación, en la medida de nuestras posibilidades, a las familias que asisten habitualmente a nuestras iglesias o plataformas pastorales. Por eso, este segundo curso del Trienio nos hemos planteado salir hacia las familias y los jóvenes con varios objetivos: profundizar en el conocimiento de la realidad de las familias y los jóvenes; revisar la cabida que damos a las familias y a los jóvenes en nuestro ministerio evangelizador; conocer con mayor rigor el trabajo que se viene haciendo por el Equipo de Pastoral juvenil y vocacional de la Provincia, y discernir y activar posibles iniciativas que nos ayuden a atender con mayor claridad y cercanía a los jóvenes y a las familias[8].
Quizá sea muy ambicioso, pero partimos desde la conciencia de que, en cuanto evangelizadores, tenemos una responsabilidad directa que ejercer para contribuir en la medida de nuestras posibilidades a que nuestra sociedad viva más integrada desde un punto de vista de las relaciones. Cuando hay dificultades en el matrimonio, en muchos casos se suele tomar con suma facilidad la solución de romperlo y que cada cónyuge vaya por su lado, siendo los hijos los grandes perjudicados. Por ello, vemos que es de suma importancia para nuestro tiempo ofrecer a Cristo como modelo de persona.

Dos exhortaciones post sinodales
Tenemos un apoyo doctrinal muy reciente que nos ayuda en este ministerio y que viene dado por diversos sínodos de obispos. La exhortación apostólica Amoris Laetitia del año 2016 nos recuerda que los cambios culturales y antropológicos a los que está sometida nuestra sociedad, el individualismo exasperado que desvirtúa los vínculos familiares y acaba por considerar a cada componente de la familia como una isla o el debilitamiento de la fe y de la práctica religiosa en algunas sociedades que afecta a las familias y las deja más solas con sus dificultades[9]; además de precisar de diálogo y encuentro, también necesita «del primer anuncio, que es “lo más bello, lo más grande, lo más atractivo y al mismo tiempo lo más necesario”, y “debe ocupar el centro de la actividad evangelizadora”... Porque “nada hay más sólido, más profundo, más seguro, más denso y más sabio que ese anuncio” y “toda formación cristiana es ante todo la profundización del kerigma»[10].
Por su parte, la exhortación apostólica Christus Vivit, publicada este mismo año, nos anima a llevar a los jóvenes tres grandes verdades: «Dios te ama más allá de lo que te suceda en la vida»[11],«Cristo, por amor, se entregó hasta el final para salvarte»[12], y «¡Él vive! Si Él vive, entonces sí podrá estar presente en tu vida, en cada momento, para llenarlo de luz. Así no habrá nunca más soledad ni abandono”[13]. A partir de estas verdades, será importante secundar las dos grandes líneas de acción que ofrece la misma exhortación y que consisten en promover caminos de búsqueda y de crecimiento[14].
Ambos documentos ofrecen muchas pistas para poder trabajar con las familias y los jóvenes. En muchas de nuestras plataformas pastorales de la Provincia nos consta que estos documentos han sido estudiados. Lo que proponemos desde el Definitorio provincial es que en todas las fraternidades se pueda tener en cuenta la realidad de las familias y los jóvenes: dedicar un tiempo del Capítulo local a analizar la realidad social que rodea a la fraternidad, ver qué tipos de familia y jóvenes hay en el entorno, qué problemática les acompaña, qué se puede ofrecer desde la fraternidad y con quién se puede contar para ofrecer un servicio que ayude a la búsqueda de itinerarios de vida. Sería interesante poder estudiar y trabajar junto a laicos comprometidos con los que compartimos misión los capítulos sexto al octavo de la exhortación apostólica Amoris Laetitia y quinto al séptimo de Christus Vivit, donde se ofrecen numerosas pistas prácticas para el acompañamiento de familias y jóvenes.

Algunas iniciativas e integración activa de los laicos
Sin ánimo de pedir aquello que no podemos dar, queremos insistir en algo tan básico como es la acogida de todo aquel que se acerque a nuestra puerta; también proponemos que se puedan crear grupos de familias y jóvenes en los que ofrezcamos formación y acompañamiento desde una perspectiva franciscana. De igual modo cada Fraternidad se puede plantear la iniciativa de invitar a su mesa a alguna familia o familias… Sabemos que los jóvenes empatizan mucho con las necesidades de los más pobres: quizá los frailes no podamos acompañarlos directamente a realizar voluntariados con personas necesitadas, pero seguramente hay laicos comprometidos y formados de nuestro entorno y que sí les pueden acompañar en ese servicio de lavar los pies a los más pobres.
En el Proyecto Porciúncula se proponía la integración activa de laicos en las diferentes plataformas de la vida y actividad de los hermanos[15]. Dirigir esta carta no solo a los hermanos sino a los laicos y a las hermanas contemplativas es lo mismo que decir que la misión que Dios pone en nuestras manos no nos pertenece, hemos de compartirla con nuestra familia para que, desde el estado de vida en el que cada cual ha sido llamado, pueda poner sus dones al servicio del Reino de Dios, que es para lo que hemos sido convocados. Vemos como un signo de este tiempo que la oración de las hermanas Contemplativas y el trabajo de los seglares franciscanos o vinculados al carisma franciscano es una parte más de nuestra vida y misión. La riqueza de este compartir fraterno será siempre mucho mayor que las dificultades que puedan surgir en el desarrollo de la misión.
Os deseamos todo bien a lo largo del curso 2019-2020, marcado por la celebración de la Asamblea provincial durante los días 26 al 28 de diciembre y la visita canónica del Ministro provincial a las Fraternidades de la Provincia, además de lo anteriormente expuesto. Y no dejemos de atender a la palabra de San Francisco de Asís, que es palabra evangélica que nos acompaña en la misión:
«Aconsejo de veras, amonesto y exhorto a mis hermanos en el Señor Jesucristo que, cuando van por el mundo, no litiguen ni contiendan con palabras, ni juzguen a los otros; sino sean apacibles, pacíficos y moderados, mansos y humildes, hablando a todos honestamente, como conviene»[16] .

Recibid de parte de todos nosotros un abrazo fraterno.

En Madrid, sede de la Curia provincial, a 1 de septiembre de 2019

Fray Juan Carlos Moya Ovejero, OFM
Ministro provincial

Fray José María Sainz Giménez, OFM              Fray Francesc Linares Cerezuela, OFM
Vicario provincial                                              Definidor provincial

Fray Severino Calderón Martínez, OFM            Fray Emilio Rocha Grande, OFM
Definidor provincial                                              Definidor provincial

Fray Jesús Hernández Martín, OFM                  Fray Joaquín Zurera Ribó, OFM
Definidor provincial                                                 Definidor provincial


[1] Evangelii Gaudium, 264.
[2] Exultate et Gaudete, 147.
[3] Nuestra vocación. Entre abandonos y fidelidad, Roma 2019, pp. 23-24
[4] Proyecto Porciúncula, núm. 18.
[5] Cf. Evangelii Gaudium, núm. 35.
[6] Constituciones Generales (= CCGG), 83,1
[8] Plan Trienal, 12.
[9] AL, núm. 32. 33. 43.
[10] Ibídem, núm. 58
[11] CV, núm. 112.
[12] Ibídem, núm. 118.
[13] Ibídem, núm. 124-125.
[14] Cf. núm. 209-215.
[15] Propuesta núm. 17.
[16] Regla bulada, 3,10-11.