Fray Juan Carlos Moya Ovejero o.f.m.
A los hermanos de
la Provincia
Conmemoración de
la aprobación verbal
de nuestra Regla y Vida
Queridos hermanos, paz y bien, y feliz Pascua de Cristo Resucitado.
Deseo que todos os encontréis bien y que podáis
vivir la Semana Santa con la intensidad que merece el misterio de la muerte y
resurrección de Jesucristo. Sobrecogimiento y gozo es lo que podemos experimentar
cuando miramos de frente a Jesús de Nazaret, entregando la vida para así
constituirse en Señor de la vida. Lejos de esconderse de la injusticia a la que
le someten los poderes de la época, Jesús entra de lleno en ella para redimirla
desde dentro.
Es cierto; este camino de la fe es
comprometido, arriesgado, peligroso…, y no solo porque los poderosos nos puedan
reclamar la vida, sino porque en nuestra relación con Dios y con nuestros
hermanos hemos de ir resituando nuestro “yo” en el “Tú” de Dios. La expresión más
fuerte del despojo personal de Jesús quizá sea su oración en el huerto de
Getsemaní (cf. Lc 22, 39-46).
Solo quien está habitado por el Espíritu de
Dios tiene el coraje de abandonarse en sus manos de forma incondicional. San
Francisco nos recuerda en sus admoniciones una de las formas de discernir la
presencia del Espíritu de Dios en nosotros: si, cuando el Señor obra por medio
de él algún bien, no por eso su carne se exalta, porque siempre es contraria a
todo lo bueno, sino que, más bien, se tiene por más vil ante sus propios ojos y
se estima menor que todos los otros hombres (12,2-3). El motivo que mueve a San
Francisco a realizar esta consideración a sus hermanos, creo que tiene como
base la gran obra de misericordia que Dios realiza en él y la restitución de
los bienes recibidos a su verdadero autor.
Quien posee el Espíritu de Dios participa de
la experiencia del Resucitado, y no solo eso, sino que vive como resucitado. Si
bien no ha alcanzado la plenitud de los hijos de Dios, sí se siente bendecido por
la fuerza de Dios que, contando con la originalidad personal, la conduce por el
camino de su auténtico crecimiento. Así lo constatamos en Pentecostés: los discípulos
reciben el Espíritu del resucitado, para perder el miedo al camino que Dios
pone ante sí y lanzarse a una misión no exenta de dificultades, de caídas, de
errores…, de cruz.
Como a los discípulos de entonces, el
Resucitado nos envía a nosotros, Hermanos Menores de la Provincia de la
Inmaculada, su Espíritu para llevar la buena noticia a todos los pueblos (cf. Mt
28,19). Como entonces, a nosotros se nos reclama salir de nuestras seguridades
existenciales, afectivas, pastorales, conventuales… y ponernos en el
camino de la verdadera conversión. También se nos pide despojar al evangelio de
cualquier tipo de adherencias que pretendan domesticarlo y que, en no pocos
casos, vienen precedidas por ciertos tradicionalismos religiosos, por la fuerza
de las ideologías, por los miedos a la sociedad o a nuestra propia
realidad…
Estamos siendo purificados en estos tiempos,
y necesitamos seguir profundizando en esta purificación. En este proceso de
purificación cuentan las estructuras institucionales, pero son mucho más
relevantes las fraternas y las personales. El éxito de este proceso no radicará
en nuestras fuerzas, sino en la del Espíritu. La única certeza con la que
contamos para recorrerlo es la palabra que Jesús dio a sus primeros discípulos:
que Él estará con nosotros hasta el final de los tiempos (cf. Mt 28,20).
El Espíritu de Jesús Resucitado nos lleve a
acoger el evangelio en su esencia más genuina; nos ayude a acogernos a nosotros
mismos sin miedos, para salir hacia aquellas personas que Dios pone en nuestro
camino; nos impulse a mirar el futuro cPDFon la esperanza propia de aquellos que
sienten su fuerza en la propia pequeñez y nos abra a la novedad de la misión de
Dios, que nos conduce a ser vida para tantas personas que nos rodean.
En este tiempo de Pascua, Jesús saluda con la
paz a sus discípulos y provoca en ellos una alegría que no se puede describir. La
paz y el gozo del encuentro con el Resucitado os colmen de felicidad y, junto a
vosotros, a las personas que acompañáis
Finalmente, os recuerdo que las Provincias de
la CONFRES Santos Mártires de Marruecos de Portugal y Santiago de Compostela
celebran sus Capítulos provinciales a partir del 22 de abril y del 29 de abril,
respectivamente. Tened un recuerdo en vuestra oración por ellos. Con afecto
fraterno.
Madrid, a 16 de abril de 2019
Fray Juan Carlos Moya Ovejero, ofm
Ministro provincial