Pestaña

domingo, 21 de abril de 2019

Felicitación de Pascua. M. Presidenta


Sor Mª Teresa Domínguez Blanco. o.s.c.

Queridas hermanas: Recién estrenada la solemnidad de la Resurrección, os deseo que la luz y la fuerza del Misterio Pascual, eje vertebrador de nuestra vida creyente, acompañen nuestro cotidiano vivir, y que la gracia de sabernos acompañadas todos los días por Él, reanime aquellas áreas de nuestra existencia moribundas aún por la incredulidad o la dificultad de encontrar luz en medio de circunstancias, tal vez adversas o preñadas de sinsentido.

Con el eco aún en el corazón del anuncio sobrecogedor del ¡Resucitó!, se nos concede el don inestimable de ser partícipes de Su Luz y portadoras-portavoces de la Buena noticia de Su Resurrección. ¡Somos custodias vivas de Su Presencia: llevamos en nuestra carne el morir de Jesús, así como su forma de vivir! Volviendo una y otra vez la existencia hacia el Padre y de cara a los hombres, somos lanzas o flechas de arquero apuntando a una sola dirección: el corazón de Dios Padre de las misericordias que en su Hijo Jesucristo se nos ha dado todo entero y así mismo nos llama a entregar la vida: totalmente, en pobreza y humildad.
Como cristianas, que además consintieron en seguir las huellas de Cristo al estilo de Francisco y Clara, somos llamadas a ser testigos y testimoniar la vida del Crucificado-Resucitado, “porque el mismo Señor nos puso a nosotras y nuestra forma de vida como ejemplo y espejo... por eso estamos muy obligadas a bendecir y alabar a Dios”. Vocación-misión de bendición, alabanza y adoración no en solitario sino concretada y contrastada en la común unidad de vida, en fratemidad-sororidad. Si esto se realiza en primer lugar en cada fraternidad particular, es una onda expansiva que en círculos concéntricos se extiende a toda la Federación.
Don y tarea que siempre requiere de todas y cada una, disposición y consentimiento para que “Él crezca” y nosotras disminuyamos. La credibilidad y autenticidad del testimonio pasan por la veracidad de vida, si ésta no asume el sufrimiento, la pasión y la muerte, no habla del Amor de Dios sino del propio egocentrismo. Ser testigos de la santa unidad y altísima pobreza traspasa los muros de cada Monasterio y los límites de la Federación: ¡somos emplazadas a colaborar en “conservar la unidad del amor mutuo y la paz” las unas con las otras con la conciencia de pertenecer a una misma familia carismática.
¡Que el amor del Padre, revelado en el Hijo y comunicado a nosotras por el Espíritu Santo, nos guíe y asista en el anuncio al unísono de esta Forma de Vida! Y nos ayude a ser presencias vivas del Resucitado. Todo lo viejo ha pasado, una nueva vida comienza en nosotras, una vida nueva que madura en la fe y que no ha sido truncada con la muerte de la antigua vida, sino que sólo entonces sale más plenamente a la luz. El Señor Resucitado nos da la verdadera vida. Estamos ya cobijadas para siempre en el amor de Aquel a quien ha sido dado todo poder en el cielo y sobre la tierra, vivamos alegres en el Señor y anunciemos, a los de cerca y a los de lejos, la Buena Noticia de Su Resurrección.
¡Cristo ha resucitado! Sí, ¡verdaderamente ha resucitado!

Prot.04/19                                                                                                              Badajoz,  21-04-2019

Sor Mª Teresa Domínguez Blanco o.s.c.
Presidenta Federal