Pestaña

sábado, 8 de diciembre de 2018

La Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María

Patrona y Reina de la Orden Franciscana

El misterio de gracia que Dios quiso realizar en María, destinándola desde la eternidad a ser Madre de su Hijo, aparece desde las primeras páginas de la Sagrada Escritura, preparación y anuncio de Jesús, y por lo mismo también de María como suprema victoria del amor divino sobre la ruina de la creación, que el primer hombre y la primera mujer provocaron con el abuso egoísta de su libertad por la desobediencia.

Mientras castiga a Adán al cansancio sobre la tierra rebelde y a Eva al parto con dolor, acrecentado por la invasión de la concupiscencia, Dios anuncia una “semilla” victoriosa sobre Satanás, una Mujer, madre de vida, una enemistad radical y continua que culminará con el triunfo de la estirpe de la nueva Mujer. 

La Concepción Inmaculada es el don más delicado y poderoso de Jesús a su Madre. A ella Jesús le quiso aplicar los méritos de su muerte en forma totalmente especial, de modo que María es la única criatura que nunca, ni siquiera por un instante, estuvo sometida a Satanás. En esta prerrogativa la “enemistad” puesta por Dios entre la semilla de la serpiente y la semilla de la mujer es verdaderamente total. Desde la eternidad María es prevista y querida por la Trinidad Santísima, junto con la encarnación del Verbo en la plenitud de los tiempos. Dios pudo finalmente saludarla por medio de su arcángel Gabriel: “Ave María, llena de gracia”, criatura totalmente cubierta por la gracia divina.

El amor por la Santísima Virgen María ha sido una característica que ha distinguido a lo largo de los siglos a la Familia Franciscana. Este amor tiene su origen en Nuestro Seráfico Padre Francisco quien cultivó una profunda devoción por la Madre de Dios, constituyéndola como Abogada de lo que en aquél momento era la naciente Orden. San Buenaventura uno de los primeros biógrafos del Santo, en uno de sus textos hace referencia a este hecho diciendo: "Después de Cristo, el Bienaventurado Francisco ponía en ella (Es decir en la Virgen María) su confianza, y por eso la hizo abogada suya y de los suyos" (L.Mayor, IX,3).

Pocos años después de la Muerte del Proverello en 1226, el amor mariano que como una llama él había encendido entre sus hermanos, comienza a dar sus primeros frutos. Es así como poco a poco los hermanos fueron asumiendo como propia la defensa de la Santidad original de María desde el momento de su concepción, que todavía no estaba lo suficientemente clarificada en términos teológicos. En este contexto los grandes intelectuales de la Orden, tales como Guillermo de Ware, Pedro Aureólo y especialmente el Beato Juan Duns Escoto desarrollaron los elementos doctrinales que sirvieron de fundamento para la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción de María con la encíclica Ineffabilis Deus del papa Pío IX el 8 de diciembre de 1854. “María, por los méritos de su divino Hijo, fue preservada del pecado original en vista de la altísima y singular función de Madre de Jesús y por esto es la criatura toda hermosa y sumamente adornada por Dios con toda gracia”.

Pero la historia de la devoción a María Inmaculada precede en siglos a la proclamación del dogma, que no introdujo una novedad, sino que simplemente coronó una larguísima tradición. En 1858 María se apareció 18 veces a Santa Bernardita Soubirous en Lourdes; y confirmó solemnemente el dogma con las palabras : “Yo soy la Inmaculada Concepción”.

El esfuerzo teológico fue acompañado además por un filial culto a la Madre de Dios. Es así como desde 1263 en el capítulo general de Pisa es instituida la fiesta de la Inmaculada Concepción para toda la Orden. Esta fiesta fue luego extendida a toda la Iglesia en el siglo XV durante el papado de Sixto IV, papa Franciscano Conventual. La Orden Franciscana además ha dado grandes frutos de Santidad que se han distinguido por un profundo amor por la Virgen Pura, tales como el Beato Juan Duns Escoto a quien ya hemos mencionado, la Beata Ángela de Foligno, San José de Cuertino, Santa Beatríz de Silva, San Francisco Antonio Fassani y San Maximiliano Kolbe, fundador de la Milicia de la Inmaculada y quien es el gran exponente moderno del amor filial a la Madre de Dios.

Fuente: franciscanos.net y franciscanosconventualesbogota.blogspot.com