Pestaña

domingo, 4 de abril de 2021

Mensaje de Pascua del Ministro Provincial

  Fray Juan Carlos Moya Ovejero, Ofm

  
 
A los hermanos de la Provincia
A las hermanas contemplativas

Queridos hermanos y hermanas, el Señor os dé la paz.

Feliz pascua de resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Compartimos esta alegre noticia que nos une por la fe. El Señor, tras su muerte, se manifiesta vencedor de la misma y con ella nos abre a una vida que no tiene límites, esto es, a la eternidad de Dios. Siendo esta la buena noticia que fundamenta la vida del creyente, ella se ha convertido para nosotros en la experiencia definitiva que provoca la acción de gracias a Dios por nuestra condición de cristianos y franciscanos.

Somos deudores de Dios, reconocemos su gran generosidad, pues «nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bendiciones…» (Efesios 1,3). Esta bendición alcanzó la vida de Francisco de Asís quien, tras unos años de experiencia según la forma de vida del Santo Evangelio, compuso la Regla no Bulada para los Hermanos Menores en el año 1221. Nos hallamos, por tanto, ante el octavo centenario de un escrito que, a decir los entendidos en la materia, «más que una regla sería el idearium de una fraternidad evangélica que desea expresar su propia y personal experiencia» (BAC, 106). Cuánto bien nos hace releer los escritos de nuestro hermano y padre Francisco de Asís, de manera particular este en el que, además de las pautas jurídicas propias de una Regla, vuelca el corazón para confesar su fe con tanta sencillez como hondura: «Te damos gracias porque, así como nos creaste por tu Hijo, así también, por el verdadero y santo amor con que nos amaste, hiciste que él, verdadero Dios y verdadero hombre, naciera de la gloriosa siempre Virgen beatísima santa María, y quisiste que nosotros, cautivos, fuéramos redimidos por su cruz y sangre y muerte» (RnB 23,3).

La palabra de Dios y la mirada agradecida a nuestro carisma nos sitúan con esperanza ante este tiempo que sigue marcado por el coronavirus. Escuchar y orar los relatos de la pasión de Jesucristo nos lleva a contemplar con fe renovada la asombrosa noticia de la fuerza de la vida. La cruz encierra la novedad de la glorificación de Jesús anunciada por Él a sus discípulos en el mismo momento en que declara a uno de ellos traidor y predice la negación de otro (cf. Juan 13,21-38). El reverso de la historia asumido con esperanza da paso a la realización del sueño de una nueva humanidad en la que cuenta cada pequeño gesto, palabra y acción para su consecución. Lejos de recrearnos en la fatalidad de este mundo, los franciscanos anunciamos la vida que late en esta realidad dura. El profesor Luis González-Carvajal nos recuerda, en este sentido, que «los primeros cristianos interpretaban las enfermedades como pruebas que permiten manifestar la fe y ejercitar la caridad», y acudiendo a la novela de Guzmán de Alfarache, extrae una frase que resulta alentadora para nuestro tiempo: «No hay mal tan malo que de él no resulte algo bueno» (Sal Terrae, abril 2021, 25.332).

Nosotros hemos sufrido durante este tiempo, quizá menos que otras Órdenes y Congregaciones que han perdido a gran número de hermanos y hermanas a consecuencia de la pandemia, y menos que todas aquellas familias que están pasando por la estrechez, en muchos casos extrema, de no tener trabajo ni recursos con que cubrir las necesidades más básicas. Al mirar atrás constatamos que hace un año nos encontrábamos en una situación de gran incertidumbre. Ahora comenzamos a ver la realidad de otra manera. Quiero recordar a fray Jesús Berrueta, hermano querido que descansó en los brazos del buen Dios como consecuencia del covid-19. Damos gracias a Dios por fray Vicente Bazán, fray Fernando Gil, fray Isidro Moruno, fray Luis Pérez y fray Saturnino Vidal, quienes hace un año estaban ingresados en diversos hospitales y que pudieron recuperarse satisfactoriamente. Con posterioridad, también han debido sufrir ingresos hospitalarios ocasionados por el Covid-19: fray Josep Maria Massana, fray Josep Maria Valls, fray Albert Salarich, fray Antonio de la Presilla y, en fechas muy recientes, fray José Luis Coll. Junto a ellos, ha habido un número considerable de hermanas y hermanos que hemos sufrido el contagio del coronavirus del que hemos salido sin mayores consecuencias para la salud. Parece que la vacuna será la que arregle esta situación. Nuestra esperanza incluye la vacuna, pero va más allá de ella. Como se nos dice en el mismo número de la revista Sal Terrae, «No sabemos cuánto puede durar esta pandemia. Lo que no podemos dudar es que, junto al miedo y al dolor provocado por la tempestad, se ha mostrado también la presencia de un Dios que escucha a su pueblo, salva y pese a que no lo vislumbramos todavíaabre la senda para un futuro mejor» (p. 348).

Deseando poder celebrar el Capítulo provincial los días 10 al 15 de mayo, renovamos nuestra confianza en Dios. La resurrección de su Hijo nos impulsa a elevar nuestra oración de súplica al Padre para decirle una vez más con Francisco de Asís: «Concédenos por ti mismo a nosotros, míseros, hacer lo que sabemos que quieres y querer siempre lo que le agrada, a fin de que, interiormente purificados, iluminados interiormente y encendidos por el fuego de tu Espíritu Santo, podamos seguir las huellas de tu amado Hijo, nuestro Señor Jesucristo, y llegar por sola tu gracia, a ti, Altísimo, que en perfecta Trinidad y en simple Unidad vives y reinas y eres glorificado, Dios omnipotente, por todos los siglos de los siglos. Amén» (CtaO 50-52).

Feliz Pascua de Resurrección. Recibid un abrazo fraterno.

Madrid, a 3 de abril de 2021

 

Fdo.: FRAY JUAN CARLOS MOYA OVEJERO, OFM
Ministro provincial