Fernando Armellini
Introducción
“No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Dt 8,3). Con estas palabras tomadas del Deuteronomio, Jesús rechaza la propuesta del maligno que le sugiere de empeñar todas sus energías y capacidades en producir pan.
El hombre tiene necesidad de alimento, pero, justamente cuando se ha saciado, toma conciencia de que hay en él inquietudes más profundas.