Bajo el lema «Caminando juntos» celebraremos el próximo 2 de febrero la Jornada de la Vida Consagrada, coincidiendo con la fiesta de la Presentación del Señor.
Con este lema, los consagrados se unen al camino sinodal que se inició en octubre de 2021 y que culminará en octubre de 2023. Así, los obispos de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada invitan en su mensaje para esta Jornada «a caminar juntos» desde la consagración, la escucha, la comunión y la misión.
Para ello la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada a organizado un coloquio en torno a esta Jornada, que tendrá lugar el 28 de enero, a las 16.30 horas, en modalidad Online, y se pondrá seguir desde la página web de la Conferencia Episcopal Española (CEE) y desde los canales de YouTube de CONFER, CEDIS y ITVR.
Intervendrán:
Material para la Jornada
Mensaje de la CEE
En un sentido amplio y de modo más genérico, la sinodalidad vendría a designar:
El estilo peculiar que califica la vida y la misión de la Iglesia expresando su naturaleza como el caminar juntos y el reunirse en asamblea del pueblo de Dios convocado por el Señor Jesús en la fuerza del Espíritu Santo para anunciar el Evangelio. Debe expresarse en el modo ordinario de vivir y obrar de la Iglesia. Este modus vivendi et operandi se realiza mediante la escucha comunitaria de la Palabra y la celebración de la eucaristía, la fraternidad de la comunión y la corresponsabilidad y participación de todo el pueblo de Dios, en sus diferentes niveles y en la distinción de los diversos ministerios y roles, en su vida y en su misión[3].
Para la vida consagrada, la invitación a caminar juntos supone hacerlo en cada una de las dimensiones fundamentales de la consagración, la escucha, la comunión y la misión.
Caminar juntos en la consagración significa ser conscientes de la llamada recibida, la vocación compartida y la vida entregada. En el fondo, supone darse cuenta de que a Dios solo se le encuentra caminando. Solamente cuando nos ponemos en búsqueda (Tu rostro buscaré, Señor) y nos dejamos encontrar por él, se produce el encuentro milagroso entre la llamada divina por pura gracia y la respuesta humana total, absoluta y sin condiciones. Compartir el camino como peregrinos de la eternidad recuerda a todos la fuerza de la dimensión profética de la vida consagrada, que encuentra su fuente en la sequela Christi y en la fuerza de la fidelidad de saber por quién han sido llamados y de quién se han fiado (cf. 2 Tim 2, 12). Cuando las personas llamadas a una especial consagración son capaces de desplegar esta confianza plena en Dios, entonces es posible que sean una voz y una interpelación «para despertar al mundo». La convicción de que este tiempo sinodal es tiempo de gracia y tiempo del Espíritu anima a todos los consagrados a fortalecer la consagración viviendo este momento como una oportunidad de encuentro y cercanía con Dios y los hermanos.
Caminar juntos en la comunión. Los consagrados están llamados a ser en la Iglesia y en el mundo «“expertos en comunión”, testigos y artífices de aquel “proyecto de comunión” que constituye la cima de la historia del hombre según Dios»[8]. Esta comunión se ha manifestar, en primer lugar, con Dios, amado sobre todas las cosas; además, con todos aquellos con los que en la experiencia cotidiana comparten vida, oración y misión configurando así un signum fraternitatis; finalmente, la comunión se extiende a toda la humanidad necesitada de restañar heridas y curar llagas. La comunión eclesial, que no supone uniformidad, es el sello de discernimiento y verificación del camino sinodal. Por eso, caminar juntos en unidad y armonía invita a los consagrados a fortalecer la comunión dentro de las mismas familias carismáticas; con otros institutos favoreciendo la intercongregacionalidad; y, sobre todo, en la Iglesia local, intensificando la implicación y la participación en la vida diocesana.
Caminar juntos en la misión supone descubrir «la dulce y confortadora alegría de evangelizar» (EN, n. 80) y experimentar simultáneamente la alegría de creer y el gozo de comunicar el Evangelio. Sabemos que una Iglesia sinodal es una Iglesia en salida y que la sinodalidad está ordenada a animar la vida y la misión evangelizadora de la Iglesia. La misión en clave sinodal pasa por el diálogo, la escucha, el discernimiento y la colaboración de todos los actores de la acción misionera. Para la vida consagrada, caminar juntos en misión supone reforzar la corresponsabilidad y el compromiso en la misión de la Iglesia local aportando sus dones carismáticos sin perder nunca de vista la disponibilidad a la Iglesia universal. Esta misión que se ha de llevar adelante en comunidad misionera se traduce en múltiples formas, ya sea desde la oración del claustro, la liturgia de la parroquia, la habitación del hospital, la clase de la escuela o en el encuentro a pie de calle. Los consagrados, cada uno con sus dones y carismas, contribuyen a enriquecer la misión de la Iglesia e incluso a posibilitar que la semilla del Evangelio pueda llegar capilarmente a ámbitos mucho más profundos.
Mientras avanzamos en el camino sinodal, damos gracias a Dios por el don de la vida consagrada que enriquece a la Iglesia con sus virtudes y carismas y le muestra al mundo el testimonio alegre de la entrega radical al Señor. Mientras siguen siendo memoria Iesu y signo escatológico, las personas consagradas edifican el Cuerpo de Cristo y son testigos del reino en medio del mundo. De esta manera, soñando juntos, rezando juntos y participando juntos contribuyen decisivamente para que la Iglesia sinodal no sea un espejismo, sino un verdadero sueño que pueda hacerse realidad[9].
Comisión Episcopal para la Vida Consagrada
[2] Francisco, Discurso en la conmemoración del 50.º aniversario de la institución del Sínodo de los Obispos (17.X.2015).
[5] J. Crisóstomo, Expositio in Psalmum 149: PG 55, 493.
[6] Francisco, Discurso en la conmemoración del 50.º aniversario de la institución del Sínodo de los Obispos, o. c.
[7] M. grech, Carta a los hermanos y hermanas llamados a la vida monástica y contemplativa (28.VIII.2021).
[8] Francisco, Carta apostólica a todos los consagrados con ocasión del Año de la Vida Consagrada (21.XI.2014), n. 2.