Pestaña

viernes, 9 de julio de 2021

Pascua de Sor Mª del Corazón de Jesús Martín Martín

Fraternidad de Santa Ana, Badajoz

    Nuestra querida hermana Mª del Corazón de Jesús, pasó a la casa del Padre, en la mañana del 6 de julio, a los 86 años de edad, en la fraternidad de Santa Ana en Badajoz.

    Su nombre de pila era Elvira y nació el 4 de febrero de 1935 en Villanueva del Conde, Salamanca, hija de don Julián Martín y doña Luisa Martín, quienes formaron un hogar profundamente cristiano del que nacieron 5 hijas, dos de ellas, consagradas al Señor en la vida religiosa.

   El catorce de abril de 1950, a los quince años, ingresó en el monasterio de Ntra Sra de Gracia, de Jerez de los Caballeros y allí emitió sus votos solemnes el 2 de abril de 1956. De ese día, recordándolo años más tarde, ella misma dejó escrito: “El día de mi profesión fue para mí un día inolvidable, me entregué totalmente a Jesús para siempre, como esposa de su Corazón. Sólo puedo decir que es maravilloso y nada mejor que darse totalmente a Jesús. Qué alegría poder entregarle mi vida para siempre… cómo podré devolverle un amor tan grande… sólo puedo repetirle mil y mil veces: te amo y te doy gracias por tantas gracias recibidas y por tanta misericordia y perdón derramados sobre esta pobre criatura.”

    El 2 de agosto de 2007, la fraternidad del monasterio de Jerez de los Caballeros, con un total de 9 hermanas, se fusionó con el de santa Ana en Badajoz. Desde un principio, nuestra hermana Corazón, "como peregrina y advenediza en este mundo" sin mostrar añoranza del pasado, supo incorporarse a esta nueva etapa de su vida, compartiendo juntas el inmenso regalo de una misma Vida y Camino.

    A lo largo de sus 71 años de vida consagrada, se caracterizó por la fidelidad y el amor al Señor y a sus hermanas de fraternidad a quienes con total generosidad y disponible servicio, trataba de atenderlas en sus necesidades; fue también muy delicada en el trato, así como responsable en los trabajos encomendados, hasta cuando la hermana enfermedad la visitó para quedarse con ella. Desde que la artrosis apareció y le ocasionaba sufrimientos y dolores, los aceptó y los ofreció por el bien de la Iglesia y de las almas, especialmente de los sacerdotes, como menciona en sus notas. Durante los tres últimos años, el Señor quiso hacerla partícipe de su cruz, con una demencia senil, que rápidamente la quedó totalmente inmóvil, pero aún así, sorprendía su paciencia y sonrisa, sabiendo que devía de tener muchos dolores.

    Hoy queremos agradecer al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo por el don de su vida consagrada, por haberla tenido como compañera de camino, por su fidelidad en esta forma de vida clariana-franciscana y por su testimonio de mujer creyente y amante del Señor Jesús: querida hermana Corazón, intercede por todos nosotros ante el Señor.