Vivir con la pandemia
De cómo tenga que ser el curso entrante va a depender de la evolución del virus y de la aparición de la vacuna. Tendremos que seguir observando las medidas que arbitren las autoridades públicas en orden a evitar posibles contagios, sabiendo que la situación clínica de muchos hermanos es frágil. Pero también hemos de tener en cuenta el espíritu con el que estamos viviendo y queremos vivir esta pandemia. El teólogo citado afirma lo siguiente: «El “distanciamiento físico” que ahora se necesita puede practicarse mediante una “cercanía social” responsable hacia los más afectados: los pobres, los ancianos, los enfermos y aquellos que están perdiendo sus medios de vida, como decimos. Para mantener la distancia necesaria por razones de salud entre las nuevas formas de cercanía, cuidado y solidaridad, debemos aplicar imaginación, flexibilidad espontánea, intuición y humanidad no convencional». Esta afirmación merece dos breves consideraciones: la primera es que esta solidaridad tiene su fuente en el amor de Cristo. Junto al amor, la esperanza y la fe, pilares de nuestra vida cristiana-franciscana, han de constituir en estos momentos un trípode firme en el que asentar nuestras vidas y las de quienes acompañamos. Y una segunda consideración: la encarnación de las virtudes teologales exige de mucho discernimiento en estos tiempos inciertos. Resulta sugerente, en este sentido, un pliego de la revista Vida Nueva donde Raúl Berzosa, obispo emérito de Ciudad Rodrigo, ofrece una serie de criterios que nos ayudan a afrontar con mayor lucidez tiempos tan recios como los que nos están tocando vivir[2].
La misión compartida
Pero no solo es la pandemia la que ocupará nuestra atención durante este próximo curso. Siguiendo el Plan trienal aprobado por el Definitorio provincial al inicio del presente trienio, a lo largo del curso 2020/2021 queremos fijar la mirada en un signo de nuestro tiempo: la misión compartida con los laicos. Concretamente, nuestro Plan trienal habla de «acentuar la misión compartida con la familia franciscana y con los laicos que nos acompañan». El punto de partida no es solo el Capítulo provincial de 2017, sino el mismo Proyecto Porciúncula donde se nos dice que «para nosotros (los frailes) impulsar la evangelización compartida con los laicos no es algo opcional, se trata de un acto de auténtica restitución del Evangelio, don de Dios para toda su Iglesia. Es para nosotros una exigencia fortalecer la colaboración y el diálogo con los laicos, en vistas a una compartida evangelización del mundo, preparando con ellos programas de formación y animación, inspirados en los documentos de la Iglesia y de la Orden[3]. Y en las propuestas de este mismo documento se habla de que todos los hermanos han de integrar activamente a los laicos en las plataformas de la vida y actividad de los frailes, de manera particular en nuestros colegios[4]. En un sentido parecido nos lo recuerdan las Constituciones generales cuando dicen: «Promuévase oportunamente el apostolado de la educación de la juventud, también en las escuelas, de modo que se forme adecuadamente a los laicos para el servicio de la Iglesia y de la sociedad humana y se fomenten las vocaciones eclesiásticas y religiosas»[5].
Frases como “este es el tiempo del laicado” o “el siglo XXI es el siglo de los laicos” las venimos escuchando desde hace tiempo. Si bien todos los carismas han de complementarse, lo que no podemos es favorecer que los laicos sean clérigos encubiertos. Al contrario, se trata de que los laicos desarrollen en plenitud su vocación bautismal. El papa Francisco se está caracterizando por combatir el clericalismo en el seno de la Iglesia y por su valoración de la vida laical, tal como afirma en Evangelii Gaudium: «Se cuenta con un numeroso laicado, aunque no suficiente, con arraigado sentido de comunidad y una gran fidelidad en el compromiso de la caridad, la catequesis, la celebración de la fe. Pero la toma de conciencia de esta responsabilidad laical que nace del Bautismo y de la Confirmación no se manifiesta de la misma manera en todas partes… La formación de laicos y la evangelización de los grupos profesionales e intelectuales constituyen un desafío pastoral importante»[6], para seguir reconociendo el papel indispensable de la mujer en la sociedad y en la Iglesia.
Estas aportaciones nos ayudan a tomar conciencia de la realidad de una Iglesia rica en carismas que camina hacia su adultez. Un signo de esto ha sido la celebración del primer Congreso Nacional de Laicos[7] durante los días 14 al 16 de febrero pasado, en el que más de 1.000 personas (laicos, pastores, consagrados) se reunieron para reflexionar sobre la presencia del cristiano laico en nuestra sociedad. Animamos a todos los hermanos y a todos los laicos que llevamos adelante la misión de Dios en nuestra Provincia, a que nos ayudemos a crecer en estos caminos de comunión carismática, misionera y bautismal, desde nuestra más genuina vocación eclesial. La celebración de nuestro Capítulo provincial quiere contribuir a tal fin, y para ello el Definitorio provincial ha invitado a varios laicos que representan a todos los grupos que confluyen en nuestras plataformas pastorales, para que participen en las sesiones de reflexión de los primeros días. Este no quiere ser un simple signo, sino un compromiso decidido de la Provincia de la Inmaculada Concepción por integrar cada vez más las distintas vocaciones que confluyen en nuestra Provincia.
El Capítulo provincial
A propósito del Capítulo provincial, todos hemos de poner la mirada en los días 1 al 6 de febrero de 2021, fecha elegida para su celebración. Deseamos poder extraerles el máximo fruto. Para ello, seguiremos trabajando antes y después del mismo con el fin de hacer bueno el lema escogido:
«Concédenos hacer lo que sabemos que quieres». Ese quiere ser nuestro rumbo como Provincia: encarnar la voluntad de Dios en nuestra realidad. Invocamos al Espíritu de Dios, que es Espíritu de sabiduría, a fin de que nos acompañe para percibir su presencia en medio de nuestras vidas y de las gentes que acompañamos. Los trabajos que se pidieron en su día a las fraternidades tenían ese propósito. El que nos falta por llevar a cabo seguirá persiguiendo ese mismo objetivo: discernir la voluntad de Dios, escucharle con atención y tomar las decisiones que resulten de este ejercicio.
Deseamos poder ofrecer a los guardianes los resultados de las respuestas a los documentos que se os enviaron a las fraternidades el mes de marzo, con la finalidad de purificarlos y perfilar algunas propuestas que se trabajarán en el Capítulo. Agradecemos sinceramente a todos, el compromiso con este trabajo. Por último, esperamos no vernos en la necesidad de mover nuevamente la fecha del Capítulo. La previsión es que para entonces el nivel de contagios haya descendido y que incluso pueda haber alguna vacuna.
Reanudar las actividades
La incertidumbre sobre el inicio de este curso no ha de paralizar nuestra vida, de manera concreta la de las Secretarías, Comisiones y Equipos provinciales. Apelamos a que todas ellas reemprendan sus trabajos en el mes de septiembre mediante los recursos que nos ofrecen las tecnologías. Internet es una herramienta que nos permite tele-trabajar. Sabemos que es preferible el encuentro personal, pero tendremos que tener paciencia hasta que podamos volver a encontrarnos presencialmente.
Efemérides del curso
Por último, queremos recordar varios acontecimientos de la Provincia que se celebrarán a lo largo de este próximo curso y que es bueno tener en cuenta para participar en los mismos en la medida de nuestras posibilidades. Destacamos el Año Santo Guadalupense que, como sabéis, se abrió solemnemente el día 2 de agosto con una importante afluencia de fieles. Qué bueno sería que desde nuestras plataformas pastorales pudiéramos organizar alguna peregrinación, acorde a estos tiempos, para seguir pidiendo a nuestra Madre por este mundo tan necesitado de amor, de fraternidad, de sentido… También está en curso el I Centenario de la entrega del convento Santa María de la Rábida, en Palos de la Frontera (Huelva) a los frailes tras la exclaustración. Y el próximo mes de diciembre se clausurará el V Centenario del nacimiento de San Salvador de Horta. A su vez, varios colegios celebran aniversarios importantes: destaca el Colegio San Antonio, de Cáceres, que celebra 100 años; el Colegio San Antonio, de Martos (Jaén), celebra 75 años, y el Colegio Santa María de Guadalupe, de Córdoba, cumple sus bodas de oro. A todos ellos nuestra enhorabuena y nuestro ánimo para que sigan siendo lugares de evangelización y de sabiduría de vida. También se conmemora este curso los 500 años del nacimiento del beato Nicolás Factor y estamos a la espera de que se fije la fecha para la beatificación de otros hermanos nuestros, mártires de la persecución religiosa en España del siglo XX, concretamente en Puente Genil (Córdoba). Finalmente, no podemos dejar de recordar que este curso se celebrará 800 años de la fundación de la Orden Franciscana Seglar.
Ser agradecidos
En medio de nuestras vicisitudes tenemos motivos más que de sobra para dar gracias a Dios. Ya nos lo dice bien a las claras San Pablo: «A los que aman a Dios todo les sirve para el bien»[8]. Sea esta la actitud que presida nuestras vidas, como signo de la presencia de Dios en medio de nosotros.
Y recordemos a san Francisco en su exhortación a los hermanos para que, lejos de vanagloriarnos de las obras de nuestros antepasados, seamos nosotros mismos quienes las sigamos realizando en el tiempo presente[9]. Sea esta la gloria que Dios reciba de nosotros para el curso 2020/2021 y siempre.
Recibid de parte de todos nosotros un abrazo fraterno.
En Madrid, sede de la Curia provincial, a 1 de septiembre de 2020
Fray Juan Carlos Moya Ovejero, OFM
Fray José María Sainz Giménez, OFM Fray Francesc Linares Cerezuela, OFM
Fray Severino Calderón Martínez, OFM Fray Emilio Rocha Grande, OFM
[1] https://ofm.org/es/blog/la-crisis-del-coronavirus-un-punto-de-inflexion-covid-19-una-perspectiva-franciscana/