En primer lugar quiero
agradeceros el voto de confianza que habéis depositado en mí y en cada una de las
hermanas escogidas para este servicio federal. Agradezco a todas las hermanas
que han pasado por este cometido la labor que a lo largo de tantos años han
realizado; de manera especial a las aquí presentes: a Madre Inmaculada y a M.
Rosario a las que reconozco y agradezco la tarea silenciosa, sacrificada,
disponible y entregada en favor de la Federación. Que el Señor os lo recompense.