CARTA:
A todos los Hermanos Menores de la Orden A las Hermanas Contemplativas de nuestra Familia A las Hermanas de la TOR y a los hermanos y hermanas adscritos a nuestra Orden
En esta Navidad, caminemos como peregrinos de la esperanza por el sendero de la paz, para construir juntos una casa común más acogedora y fraterna.
Durante la Noche Santa de esta Navidad 2024 el Papa Francisco abrirá la Puerta Santa del Jubileo 2025 a los peregrinos de la esperanza. ¡Cuánto lo necesitamos! Nosotros también peregrinamos con San Francisco hasta Greccio, donde asciende al eremitorio movido precisamente por la esperanza:
La suprema aspiración de Francisco, su más vivo deseo y su más elevado propósito, era observar en todo y siempre el santo Evangelio y seguir la doctrina de nuestro Señor Jesucristo y sus pasos con suma atención, con todo cuidado, con todo el anhelo de su mente, con todo el fervor de su corazón. (1Cel XXX, 84)
Mi deseo para esta Navidad del 2024, cuando la esperanza ha sido puesta a prueba, es triple:
1 Alimentar el deseo de esperanza: La palabra “peregrinos” inspira un camino guiado por el deseo, la confianza y la voluntad de tender puentes entre el presente y el futuro. La esperanza nos ayuda a no apagar nuestra voluntad y nuestro corazón, para que creamos que es posible construir un futuro habitable para tantos. Por eso la esperanza es una virtud prioritaria para este tiempo: seguir las huellas del Señor Jesús la alimenta y renueva.
2 Abrir caminos hacia la paz: esperanza significa hoy abrir caminos al diálogo, a la reconciliación, a la unidad entre los pueblos. Esta peregrinación parece imposible hoy en día. Llega a serlo si empieza en cada uno de nosotros, en nuestras fraternidades, junto a las personas con las que convivimos: hagámonos eco del grito de la humanidad que pide la paz intercediendo constantemente por ella.
Cuidar nuestra “casa común”: ¿Cómo alimentar hoy la esperanza sin sostener juntos la responsabilidad compartida de cuidar la casa común y hacer de ella un lugar acogedor y fraterno para todos? En Greccio, Francisco prepara el bosque, la gruta y los animales para la Navidad. Subamos a Greccio para ser capaces de cuidar al ser humano, a la creación, a cada criatura.
La esperanza es la virtud que nos permite afrontar aquello que parece más grande que nosotros, aunque no imposible. Es una luz suave que nos guía en nuestro ca- mino: ¿Acaso no es la esperanza que acompañó a Francisco en los últimos años de su vida lo que estamos recordando? ¿El Cántico de las Criaturas no está hilvanado con la esperanza?
Y las palabras “Audite, poverelle”, dirigidas por Francisco a Clara y sus hermanas hace 800 años, ¿No son también hoy un soplo de esperanza para nuestra vida de discípulos? ¡Cantemos estas palabras con voz plena, llevando una vida de alabanza y servicio!
Mis mejores deseos fraternos para esta Navidad del Señor, colmada de su paz para todos y para el mundo.
Hermano y siervo.
Fr. Massimo Fusarelli, OFM
Ministro general
Roma, Italia, a 22 de diciembre de 2024.
IV domingo del Adviento
Prot. 113730/MG-90-2024