Pestaña

jueves, 3 de octubre de 2024

Felicitación del Ministro General en la Solemnidad de S. Francisco

 

Queridos hermanos y hermanas, ¡que el Señor os dé la paz!
Os deseo de corazón una feliz fiesta de San Francisco, que este año tiene un significado especial por el centenario de los estigmas. Acabamos de celebrar este recuerdo, que está vivo. También hoy nos concierne y nos toca.

Si nos fijamos en la vida de Francisco, encontramos una mezcla de dolor y amor, de alegría y de pasión, que llamamos alegría perfecta. 

Desde muy joven Francisco vivió el descubrimiento y la respuesta al amor de Cristo en la realidad concreta de su vida. No ha tenido miedo de lo que es humano, desafiante, costoso. Lo ha acogido, hasta el punto de quedar marcado por ello en su misma carne.

No huyó de las llagas de los leprosos, abrazó las de los sacerdotes pobres y las de sus propios hermanos. ¡A cuántos pequeños y pobres ha abrazado Francisco! Cuántas personas heridas por la enfermedad, la soledad, el pecado y la injusticia. 

En este contacto con las heridas de los demás también conoció y aceptó las suyas. Incluso las de su difícil relación con su fraternidad y algunos hermanos. Experimentó una gran tentación antes de Alvernia y pasó por aquella noche oscura.

Los estigmas no son sólo la respuesta del Señor a las llagas de Francisco, sino un don completamente nuevo de amor y de unión con Cristo, que dio una nueva luz a toda su vida anterior y le preparó para cantar a las criaturas en el Cántico y para encontrarse con la hermana muerte.

En esta fiesta de San Francisco, nos siguen llegando los insoportables sonidos de la guerra desde Medio Oriente, desde Ucrania, desde el este del Congo, desde los sufrimientos de Sudán y Haití y de tantos otros países. Oímos el grito de tantos heridos por la vida en nuestras ciudades, pienso en los jóvenes víctimas de la droga, del alcohol, de las adicciones digitales; oímos el grito de soledad de los ancianos y de los enfermos, como de las víctimas del narcotráfico en tantos países. 

Escuchemos también la génesis de la creación, de nuestra casa común tan amenazada por nuestro sometimiento de las criaturas en nombre de un beneficio sin límites. Qué carga de injusticia que parece extinguir la esperanza de un futuro de paz, justicia y armonía con la creación. 

Los estigmas de Francisco nos recuerdan que estamos en camino hacia el Reino de Dios. Sólo entonces recibiremos la plenitud de la vida y de la alegría. El grito de amor y de dolor de los Estigmas nos da la brújula para el camino, nos recuerda que el sufrimiento no tiene la última palabra y nos invita a no tener miedo de tocar y compartir las heridas de tantos.

A partir de las heridas, ¡una nueva vida es posible! ¡Feliz fiesta de San Francisco a todos y cada uno de vosotros!