Pestaña

lunes, 23 de septiembre de 2019

Tránsito de Sor Dolores de Jesús Lisedas Benítez

Fraternidad de Santa Clara en Montilla, Córdoba.
17 de septiembre de 2019 

“Una violeta escondida, pero conocida y amada de todos”
En la madrugada del día 17 de septiembre, fiesta de la Estigmatización de nuestro Padre San Francisco, pronta a la voz del Esposo el alma bendita, de nuestra hermana Sor Dolores, a la edad de 88 años, entró en el festín de las bodas eternas, a un cielo nuevo y una tierra nueva – porque para ella, el primer cielo y la primera tierra ha desaparecido: Yo soy el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin; al que tenga sed, yo le daré del manantial del agua de la vida gratis. Esta es la herencia del vencedor. Es, la herencia de nuestra Hermana
Nuestra Hermana Sor Dolores, nació en Fuente la Lancha, (Córdoba). el día 1 de septiembre 1931, de familia sencilla, y trabajadora. Estuvo marcada por una fuerte e intima devoción a la Virgen. Ella nos repetía con mucha frecuencia: “mi vocación se la debo a la Virgen”.
Ingresó en esta Fraternidad de Santa Clara de Montilla, a la edad 22 años, el día 15 de octubre del Año Santo Mariano de 1954. Después de sus años de formación, y su paso por el noviciado Federal en Santa María de Jesús (Sevilla), de la que siempre guardó agradecidos recuerdos sobre aquellas madres y hermanas que le ayudaron en su formación, volvió a su fraternidad e hizo su profesión Solemne en 1959, el día 4 de octubre, Solemnidad de nuestro Padre San Francisco.
Nuestra hermana, no brilló por sus dotes intelectuales, pero sí, por los del Espíritu que engrandece a los humildes y sencillos.
Era, como ya he dicho, amante ferviente de María Santísima, su arma preferida para la luchar era el santo Rosario, que siempre llevaba consigo. Gran amante de Jesús crucificado Padre de Familias; allí, en su capilla, pasaba largos ratos de oración, no dejando nunca de visitar a este gran PADRE de la casa.
Así mismo gozaba de la celebración del sacrificio de la santa Misa y de Jesús Eucaristía. Donde se la sorprendía no solo orando, sino cantando.
Dotada de un gran corazón, de santa simplicidad y sencillez que se ganaba a todos cuantos la trataban; siempre tenía una palabra para todos y una frase evangélica para solucionar las cosas.
En definitiva, un alma entregada, y cercana a sus hermanas y bien curtida desde su juventud en los duros trabajos, pero siempre con la sonrisa en sus labios
Era gran amante, como buena franciscana, de la naturaleza. Alababa a su Creador, cuando por las noches contemplaba las estrellas, gozaba cuando podía coger ramilletes de flores para el Sagrario o para la Virgen; los animales casi formaban parte de su familia, se sabía por dónde iba, porque allí, estaba el perro o el gato esperándola. Era un gran reflejo de Francisco con el hermano lobo.
Ella ha muerto como vivió: sencilla apagándose como blanda cera. Cuando le preguntábamos: Sor Dolores, ¿cómo estás?, nos decía: “Cómo Dios quiere; con el Padre de Familias crucificada”.
Hermana mía, hermana nuestra, ahora empezamos a vivir la Comunión de los Santos, ambas nos necesitamos. Ruega por el mundo, por Montilla y por nosotras tus hermanas. Nosotras te llevamos en el corazón, solo has cambiado de lugar, seguimos unidas. Gracias por tu vida.
Gracias a vosotros sacerdotes que nos acompañáis, gracias a vosotros sus familiares y padrinos, gracias a las hermanas que habéis venido de otros conventos de nuestra Federación; gracias a todos los fieles que nos acompañasteis, representando a todo el pueblo de Montilla. Gracias, en alabanza de Cristo y de su sierva nuestra Hermana Sor Dolores.
Sus hermanas de la Fraternidad de Santa Clara de Montilla